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Sobre la relación entre Rusia y Estados Unidos a partir de la administración de Trump: Intereses y estrategias en un contexto de reconfiguraciones

Por Melanie Casellas, miembro del Observatorio de Política Internacional.




Fuente: Brendan Smialowski/AFP/Getty Images. 


Introducción


A dos meses del regreso de Trump a la Casa Blanca podemos decir que  las declaraciones y decisiones de la flamante administración podrían parecer desconcertantes y hasta contradictorias. Es conocida la intención del gobierno republicano de hacer Estados Unidos great again, aunque por el momento, no resulta tan claro cuáles son los objetivos que se fijaron en este sentido, ni las estrategias que delinearon para alcanzarlos. No obstante, lo que  es posible advertir es que la política exterior de Estados Unidos ha dado un giro de 180 grados, especialmente en relación a sus alianzas y la  manera de tomar posición en los distintos asuntos que configuran la coyuntura internacional.


Hace unos meses Estados Unidos se posicionaba como un aliado de Europa en su lucha por la democracia y los valores occidentales, mientras que ahora podemos ver cómo las relaciones con el Viejo Continente con puestas en cuestión.  


Si el objetivo de la reciente visita a Bruselas del Secretario de Estado Marco Rubio era aliviar la tensión europea, lo cierto es que más bien consiguió activar señales de alarma. Rubio le informó a la OTAN que la Casa Blanca espera un incremento en los gastos militares por parte de los otros miembros y está en los planes de la administración de Trump permanecer en la organización [1]. Más allá de las implicancias detrás de esta actitud por parte de Washington que pretende que la OTAN no sea tan dependiente de la potencia norteamericana,  permite divisar que,  podría haber lugar para el diálogo entre el Viejo Continente y EE.UU. Por su parte, el Pentágono no estaría dispuesto a entablar ningún tipo de diálogo o negociación que desatienda las condiciones que elija imponer. 


Países como Rusia, que en la cosmovisión de la administración de Biden apareció como uno de sus principales antagonistas, ahora parecen tener la posibilidad de negociar cordialmente con la potencia norteamericana, más allá de que desde la Casa Blanca también se decide mostrar firme en cuanto a las condiciones en las que están dispuestos a negociar. 


Es destacable que, entre finales de marzo y principios de abril, pudimos observar cómo, con una diferencia de horas, Trump pasaba de la hostilidad a la moderación en relación a sus declaraciones referidas a Rusia. En efecto, el domingo 30/03 amenazó a Putin con la aplicación de aranceles secundarios al petróleo ruso si no se comprometía a un alto total del fuego [2], y al día siguiente, al tiempo que suavizó sus afirmaciones con respecto al Kremlin, decidió arremeter contra Zelensky [3].


Ahora bien, ¿por qué se produjo este cambio? ¿Responde a una estrategia fríamente calculada o a factores “emocionales” del propio Trump? Y esto, ¿cómo impacta en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, así como en sus respectivos intereses?


Una comprensión cabal de cuestiones fundamentales de la coyuntura requeriría un extenso análisis de los objetivos y estrategias del Pentágono y del Kremlin, así como de cuestiones económicas y sociopolíticas al interior de cada país. Incluso requeriría que pudiéramos dar cuenta de todas estas cuestiones en relación a la tercera gran potencia en disputa: la República Popular China. 


En el presente artículo se procurará esbozar una respuesta a las preguntas planteadas realizando un análisis lo más integral posible, sin perder de vista los límites de extensión del mismo. 


Promesas de Biden vs. las reconfiguraciones de Trump


Apenas se comenzó a hablar oficialmente de una invasión a Ucrania, el entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, condenó enérgicamente el accionar ruso, y no dudó en aludir a Vladimir Putin como un “dictador”, ni en afirmar que afrontaría las consecuencias correspondientes. Entre aquellas consecuencias se encontraron las sanciones aplicadas a Rusia, las cuales, buscaban “excluir a los mayores bancos de Rusia del sistema financiero internacional e impedir que el Banco Central ruso eche mano de los US$630.000 millones de reservas para estabilizar su moneda”. Más allá de los intereses estratégicos que Estados Unidos haya podido divisar en la posibilidad de una intervención exitosa en el conflicto, lo cierto es que tampoco puede ignorarse su intención de posicionarse como el héroe de Ucrania yde la democracia y la libertad. El propio Biden aseguró que “la libertad siempre triunfará sobre la tiranía”, al tiempo que afirmaba que Putin no lograría dividir a Occidente y la OTAN [4].


Sin embargo, tres años después podemos advertir que las promesas o buenos deseos de Biden han sido una a una desmentidas por los acontecimientos. Rusia no solo se ha mantenido constante en su avance expansionista, sino que también podemos ver cómo, a pesar de ciertos momentos de dificultades y retrocesos, actualmente se encuentra en una posición de clara ventaja frente a Ucrania. A pesar de que hay posturas encontradas en relación al efecto de las sanciones contra Rusia en su economía, varios autores [5] [6] [7] han dado cuenta de que, incluso a pesar de la abrupta caída del valor del rublo, el país ha logrado sortear algunos de los principales obstáculos que significaron tales reprimendas. Por ejemplo, desde la imposición de sanciones por parte de Occidente a las exportaciones de petróleo ruso en castigo por la invasión a Ucrania, una red de “empresarios en las sombras” viene ayudando a Moscú a comercializar  hidrocarburos. De esta forma, recursos como el petróleo continúan siendo comercializados por Rusia, solo que por otras rutas [8]. 


Es pertinente señalar que la promesa del presidente Biden de prevalecer sobre la tiranía -en el contexto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania- podría interpretarse como contrastante con la postura del expresidente Trump, quien desautorizó la decisión de la administración actual de suministrar misiles de largo alcance a Ucrania. Esta divergencia de criterios evidencia un cambio en las prioridades diplomáticas entre ambas administraciones.


Este último punto se encuentra vinculado con el  aspecto en el que la afirmación idealista de Biden ha sido desmentida: con el cambio de administración, se observa también un giro en la política exterior, que se abstiene de realizar cualquier reparo en cuestiones meramente ideológicas y/o idealistas, para comenzar a preocuparse tan solo por lo materialmente conveniente. Es decir, luego de haber destinado 67 billones de dólares en ayudas a Ucrania en concepto de gastos militares [9], Estados Unidos ya no se encuentra dispuesto a ser la billetera de Europa, especialmente cuando eso podría no implicar otra cosa que beneficiar a países como Alemania, que pretenden hacerse de los recursos de los campos ucranianos, en caso de que estos pudieran llegar a ser incorporados a la UE [10]. 


Este desdén por el sistema de alianzas y valores occidentales tradicional también ha sido percibido por analistas como Michael Klare [11], quien considera que:

Durante el mandato de Biden, lo que primó fue la ideología: la ‘democracia’, el ‘respeto por el Estado de Derecho’ y la adhesión a los ‘valores occidentales’ se suponían los cimientos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de otros sistemas de alianzas liderados por Estados Unidos. En cambio, con Trump, la política exterior debe regirse por la búsqueda desenfrenada de ventajas económicas y estratégicas.


De hecho, el mismo Marco Rubio, senador elegido por Trump para el cargo de secretario de Estado, afirmó que “en la configuración actual de los asuntos mundiales, una política exterior responsable por parte de Estados Unidos no debe basarse en fantasías idealistas, sino en decisiones pragmáticas cuyo objetivo sea priorizar los intereses nacionales esenciales de Estados Unidos". Según Klare, los principios fundamentales en los que se basaría la política exterior de la administración de Trump serían: perpetuar la hegemonía mundial del país, contener a China, poner el acento en la extracción de recursos y flexibilizar las alianzas.


Es especialmente en relación a esto último que debemos recuperar la  afirmación de Biden sobre la indestructible alianza entre Europa y Estados Unidos. Mientras que Biden habría visto en el vínculo con Europa la posibilidad de detener el descenso de su propia hegemonía [12], Trump lo percibiría como una alianza más costosa que beneficiosa. Si bien ya en su primer mandato Trump señalaba todos los aspectos en los que las relaciones de Estados Unidos con Europa terminaban siendo mucho más beneficiosas para el Viejo Continente [13], a partir de la guerra con Ucrania y las generosas ayudas estadounidenses, se han incrementado las declaraciones del presidente en este aspecto. Incluso antes de las últimas elecciones presidenciales, Trump adelantaba que con él en el poder, se pondría fin a la guerra. Ahora bien, ¿por qué le interesaría poner fin a la guerra? y, aún más importante, ¿de qué manera procuraría conseguir el acuerdo entre Rusia y Ucrania que daría lugar a la paz?


Lo que podemos advertir  en línea con lo que venimos analizando, es que la intención de Trump por poner fin a la guerra responde más a intereses prácticos que a fines simplemente idealistas, como el deseo o el sentido del deber de oficiar como héroe de la democracia y la paz mundial. 


El fin de la guerra, impulsado por Estados Unidos, no se produciría mediante un incremento de las ayudas estadounidenses destinadas a unir esfuerzos con Europa, ni mediante otro tipo de presión a Rusia. Por el contrario, el panorama nos enseña un Pentágono cada vez más alejado de Bruselas, al tiempo que se muestra repentinamente cercano al Kremlin. 


En relación a Europa, podemos decir que Trump considera que, para fortalecer la economía nacional -paso fundamental para recuperar la “pujanza económica” y preservar su hegemonía global- se deben imponer impuestos aduaneros exorbitantes, lo cual lograría disminuir el volumen de importaciones, favoreciendo el dinamismo de la economía.  -incluidas aquellas provenientes de países aliados y miembros de la OTAN- y con ello el país recuperará su dinamismo. Durante su campaña, Trump declaró que las tasas aduaneras son la cosa más linda que se ha inventado. A pesar de que esto puede parecer medianamente razonable -a pesar de sus claros efectos desfavorables para los países alcanzados por las tasas aduaneras-, lo cierto es que,  a principios de marzo, Trump amenazó con imponer aranceles exorbitantes del 200% al alcohol europeo en un continuo intercambio comercial.


Además, Trump criticó a la UE por ser "abusiva" y "hostil", al supuestamente aprovecharse de Estados Unidos en cualquier oportunidad [14]. Probablemente Trump no pierde de vista los 67 billones de dólares que ha desembolsado Estados Unidos a lo largo del conflicto desde su inicio, a comienzos del año 2022. Puede que la persona lectora se pregunte si realmente puede acusarse a la Unión Europea de abusiva y hostil cuando, al menos aparentemente, no busca otra cosa que defender la democracia, tanto en Ucrania como dentro de sus propias fronteras. No obstante, lo cierto es que nadie realmente considera posible el avance de Rusia sobre países que se encuentran, en su mayoría, nuclearmente armados, a diferencia de Ucrania [15]. De esta forma, podríamos deducir que lo que Estados Unidos pretende es dejar de destinar tantos recursos a una guerra que, de ser “ganada” por Ucrania, no haría más que beneficiar especialmente a determinados países de Europa. 


En efecto, algunas lecturas de los acontecimientos sugieren que los intereses de Europa en el devenir del conflicto no se deberían a fines ni tan idealistas ni tan desinteresados como la simple defensa del ideal democrático y los valores occidentales. Saturnino Funes [16], señala que, una victoria sobre Rusia, habría dado lugar a una incorporación de Ucrania a Europa. Tal incorporación permitiría que Alemania, por ejemplo, supere su déficit alimentario al conseguir acceso a los campos ucranianos. De este modo, observamos que sería razonable afirmar que lo que sucede es que Estados Unidos de Trump no está dispuesto a sacrificarse por una guerra ajena solo para que terminen beneficiándose algunos países de la Unión Europea.


Ahora bien, es preciso que vayamos un poco más allá y nos preguntemos lo siguiente: Si los Estados Unidos de Trump decidieron alejarse de la Unión Europea por lo poco conveniente de esta alianza, ¿significa que, por el contrario, su acercamiento a Rusia se debe también a una cuestión de conveniencia? En el marco de una política exterior que, como hemos visto, se centra en el pragmatismo, resulta casi una obviedad decir que sí. Lo que resta preguntar es, ¿cuáles son las ventajas que Rusia y Estados Unidos obtienen, respectivamente, a partir de un acercamiento entre ellos?


La relación con Rusia  le ofrece a Estados Unidos varias ventajas, tanto en términos de recursos energéticos como geopolíticos.


Por un lado, en relación a esta primera cuestión, cabe decir que, si Rusia sigue prosperando en la contienda con Ucrania, lograría hacerse definitivamente con las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Estas regiones, además de contar con algunas de las principales zonas de cultivo de trigo y otros productos agrícolas, contienen importantes reservas de carbón, gas natural, metales y minerales fundamentales para la industria tecnológica y militar -incluyendo litio-. No suena descabellado pensar que un acercamiento entre Rusia y Estados Unidos habilita la posibilidad de que Washington consiga acceso preferencial a estos recursos -o, al menos, a algunos de ellos-.


Por otro lado, a nivel geopolítico, Estados Unidos podría estar procurando mediante una alianza con Rusia lo que no consiguió durante la administración de Biden al aliarse con Europa: detener el ascenso de China. Más allá de ciertos intereses en disputa -como aquellos referidos a la influencia en Asia [17]- lo cierto es que, en los últimos años/décadas se ha visto la cercanía entre Rusia y China, en oposición al bloque liderado por Estados Unidos. La unión entre estos dos países ha sido percibida como una amenaza, y así como la estrategia del último gobierno demócrata consistió en la confrontación directa, la de Trump parece ser la alianza. No obstante, hay distintas maneras de interpretar los objetivos de la alianza con Rusia:


1- Sembrar desconfianza entre Rusia y China, a partir de esta alianza entre Washington y Moscú. Según esta línea de interpretación, el objetivo sería invertir el esquema que veíamos hasta hace poco tiempo (es decir, lograr que Rusia se acerque cada vez más a Estados Unidos, y que se aleje cada vez más de China), en un intento de disminuir la influencia del gigante asiático.

2- Comenzar a tejer una red de alianzas -o, al menos, colaboración ocasional- con una serie de países con los que, al menos hasta ahora, Estados Unidos tuvo escasas relaciones -e incluso hostiles-. Según esta interpretación, el objetivo no sería tan sencillo como aliarse con Rusia contra China, sino que se buscaría que, en algún momento, pueda establecerse una suerte de alianza también con la potencia asiática. Está claro que resulta en exceso optimista el pensar que realmente Washington, Moscú y Pekín lograrían alinear armónicamente sus intereses, dado que persiguen intereses la mayoría de las veces contrapuestos. Sin embargo, sería razonable que, a los fines de evitar una escalada de tensión que pudiera romper el frágil equilibrio internacional y conducir a una guerra, decidieran cooperar al menos en lo elemental.


Si bien la persona lectora decidirá cuál de las dos posibles lecturas considera más razonable, este artículo se inclina por la segunda, dado que conciliaría la visión pragmática de la nueva diplomacia -en tanto que habilitaría alianzas con países como Rusia y China cuando fuera conveniente- con un objetivo geopolítico explícitamente anunciado por Trump: separar a Rusia de China. En efecto, en una reciente entrevista con Fox News Trump afirmó que “como un estudiante de historia” puede decir que “lo primero que se aprende es que no es deseable que Rusia y China se unan” [18].


Por otro lado, si bien no puede reducirse toda la cuestión a decisiones meramente personales, tampoco puede descartarse la satisfacción que le produce a Trump no solo el marcar distancias con los aliados de su viejo contrincante, Joe Biden, sino también humillarlos. Serge Halimi [19] afirma que “con Trump y su ardiente deseo de castigar a sus enemigos internos y a sus apoyos extranjeros, reales o supuestos, ganó importancia la dimensión partidaria de las relaciones transatlánticas”.


No obstante, como hemos dicho, no resulta razonable reducir los motivos de todo este giro de la política exterior a una cuestión meramente personal y/o partidaria. Mucho menos razonable sería si tenemos en cuenta que, como ya hemos señalado, todo parece indicar que estamos ante una diplomacia que pone los principios e ideales en un plano relegado, para guiarse por los intereses materiales. En consecuencia, más allá de la satisfacción personal que pueda significar para Trump el despreciar y humillar a Europa, no puede ignorarse que detrás de esta decisión se encuentran motivos económicos y geopolíticos -en línea con los que hemos señalado- mucho más determinantes que una cuestión meramente partidaria o revanchista del presidente.


Ahora bien, habiendo señalado las ventajas del acercamiento entre Rusia y Estados Unidos para este último, es preciso que nos detengamos a indagar en las ventajas para el país de Vladimir Putin.


La nueva diplomacia estadounidense y las implicancias para Rusia


En primer lugar, podemos señalar que la política de ‘America First’ de la administración de Trump trae aparejadas consecuencias tangibles en la guerra con Ucrania, y que algunas de ellas son claramente ventajosas para Rusia. En efecto, Trump ya ha dejado claro que tomará medidas muy diferentes a las que tomó su antecesor, Joseph Biden. Su ruptura con la administración anterior puede observarse, por ejemplo, en el hecho de haber optado por desautorizar la decisión de Biden de entregar misiles de largo alcance a Ucrania, así como en la tensa reunión con Zelensky el pasado 28 de febrero [20]. 


Al tiempo que Trump se distancia tanto de Zelensky como de Europa, no duda en mostrarse abierto al diálogo con el Kremlin. Helene Richard [21] ha sabido describir bien el cambio de orientación al explicar que: 

En menos de 72 horas, la relación transatlántica cambió de naturaleza y todo parece indicar que los ucranianos han perdido la guerra. El 12 de febrero de 2025, el flamante secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, dio inicio a las negociaciones de paz en Ucrania. Ya desde un comienzo cedió ante las dos principales exigencias de Moscú: la no adhesión de Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la ratificación de las ‘nuevas realidades territoriales’, es decir, la anexión de cuatro regiones ucranianas a Rusia, así como también de Crimea. Al día siguiente, tras una larga conversación telefónica con Vladimir Putin, el presidente Donald Trump anunció su intención de reunirse con su par ruso en Arabia Saudita -sin los ucranianos ni los europeos- y expresó su deseo de que pronto se organicen elecciones en Ucrania.


Estas ansias por el cambio de presidente en Ucrania podrían interpretarse como consecuencia de la expectativa de que el nuevo líder ucraniano acepte de manera más rápida y pasiva un acuerdo de paz definido, en los hechos, por Estados Unidos y Rusia. No sería la primera vez que se demuestra que Ucrania es ignorada en lo que refiere a conversaciones y negociaciones que la afectan directamente; en efecto, a finales de febrero de este año pudimos ver cómo Trump y Putin se reunieron en Arabia Saudita, en el marco de una reunión fundamental para definir el futuro de la guerra Rusia-Ucrania [22]. 


El hecho de que Ucrania se niegue tan tajantemente a aceptar el acuerdo con Rusia se debería a que el mismo dispondría la ratificación de las ‘nuevas realidades territoriales’, es decir, la anexión de cuatro regiones ucranianas a Rusia, así como también de Crimea [23]. 


Cabe destacar que tampoco se descarta que, si la propuesta de alto el fuego entre Rusia y Ucrania -impulsada por la nueva administración- llegara a concretarse, el Presidente de Estados Unidos podría levantar las sanciones impuestas desde 2022 a las industrias rusas de petróleo y de gas [24]. Además, no es un detalle menor el hecho de que Rusia es uno de los pocos países que no resultaron afectados por las nuevas medidas arancelarias de la administración de Trump [25].


Por otro lado, a Rusia no le viene mal el impacto geopolítico que tiene su alianza con Estados Unidos en Europa e, indirectamente, en China. En relación a este primer punto, está claro que a lo largo del conflicto no se ha demostrado otra cosa que la dependencia del Viejo Continente con respecto a Estados Unidos. Ahora que Trump ha decidido no solo limitar sus relaciones con Europa, sino también hostilizarlas, Europa se muestra más bien desorientada, “sola y sin rumbo” [26]. Una Europa débil y “abandonada” por Estados Unidos -por ende, con menos apoyo financiero y armamentístico- no hace más que contribuir al posicionamiento de Rusia en la región. Además, la alianza con Estados Unidos, al tensar aún más las relaciones entre el país norteamericano y el Viejo Continente, también pone en jaque el apoyo a la OTAN por parte de Estados Unidos. La OTAN, como se recordará, consiste en una de las mayores preocupaciones del Kremlin a nivel geopolítico, pero si de pronto comienza a mostrarse debilitada o fragmentada, Rusia podría no solo dejar de percibirla como una amenaza -tanto a nivel económico como militar-, sino que incluso podría ver en esa debilidad -en caso de que se prolongue y agrave con el tiempo- una posibilidad para implementar algunas medidas tendientes a lograr presión política, provocaciones militares o demás maniobras con el objetivo de lograr el fortalecimiento internacional de Rusia. Este escenario era exactamente el que China deseaba evitar para el Viejo Continente, no por simple samaritanismo, sino por razones estratégicas profundamente ligadas a sus propios intereses económicos y geopolíticos. 


A China no le conviene una Europa débil por múltiples motivos. En primer lugar, Europa representa uno de sus principales socios comerciales: un continente estable y políticamente cohesionado garantiza la continuidad de relaciones comerciales sólidas y beneficiosas. 


Además, la Unión Europea es también un contrapeso frente a la influencia estadounidense, y su desarticulación o debilitamiento desequilibra el sistema internacional en el que China busca proyectarse como potencia global. En simultáneo, como ya se ha señalado, la debilidad europea habilita un considerable fortalecimiento de Rusia en el tablero geopolítico.


De este modo, observamos que, en efecto, las medidas que está tomando la Casa Blanca parecerían ser claramente beneficiosas para el Kremlin. A pesar de que Trump se esforzó por dejar en claro las condiciones en las que estaría dispuesto a negociar con su par ruso [27], Vladimir Putin tampoco se ha quedado atrás en lo que a demostraciones públicas respecta. Si bien no realizó “amenazas” al estilo del presidente norteamericano, Putin reconoció durante una entrevista en vivo en la televisión rusa, con aire distendido, que llevaba haciendo esperar más de una hora a Trump para hablar con él. Además, también decidió mostrarse firme en sus condiciones cuando aceptó un alto el fuego de 30 días, en lugar del alto el fuego propuesto por Trump [28].

 

Conclusión


Está claro que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos no serán las mismas durante la administración de Trump que las que fueron durante la de Biden. Este nuevo acercamiento entre Washington y Moscú, aunque cargado de ciertas tensiones, no deja de dar cuenta de una nueva diplomacia, más concentrada en el pragmatismo y la cooperación conveniente que en las luchas eternas e incondicionales contra enemigos construidos por visiones idealistas.


No obstante, esta nueva manera de decidir la política exterior, al tiempo que procura ofrecerle mayores ventajas económicas a quienes la implementan, también vuelve aún más impredecible el curso de los acontecimientos. Incluso en este relativamente corto período de dos meses hemos observado cómo, a pesar de este acercamiento entre Rusia y Estados Unidos, Trump no dudó en amenazar con la aplicación de ¿sanciones? si Rusia no accedía al ¿tratado de paz?


En un tiempo con más incertidumbres que certezas, lo único que sabemos es que Estados Unidos buscará en su relación con Rusia la manera de contrarrestar la influencia china, así como mantener -y, en la medida de lo posible, incrementar- la suya propia.  Rusia, por su parte, no se quedará atrás y claramente también procurará encontrar en su relación con Estados Unidos más oportunidades para consolidarse como potencia mundial. En cuanto a las estrategias que aplicarán a los fines de lograr estos objetivos, y a si efectivamente lograrán cumplirlos, es algo que deberemos analizar en función de cómo se desarrollen los acontecimientos.


Otra cosa en la que deberemos indagar es en qué tanto contribuirá al equilibrio de fuerzas entre las tres potencias -Rusia, China y Estados Unidos- a este modelo diplomático pragmático que hemos mencionado en el presente trabajo. Al fin y al cabo, lo cierto es que, más allá de las ventajas estratégicas que puedan obtenerse de cada alianza -como acceso a recursos naturales y diversas ventajas económicas-, tampoco será de mucha ayuda esta nueva estrategia -por muy pragmática que se diga- si, en lugar de contribuir a la estabilidad a nivel internacional, no hace más que promover la inestabilidad, acompañada por la tensión y la desconfianza constantes. Si lo que se pretende es la neutralización de cualquier potencia que pueda sobrepasar a las demás mediante un estratégico juego de alianzas, tales alianzas deben construirse sobre una base más sólida que los meros intereses del momento. De lo contrario, lo que en todo caso podría lograrse es un orden internacional que tal vez, en un primer momento, dejaría relativamente conformes a los involucrados, pero que con el tiempo volvería a desembocar en un escenario internacional aún más tenso e inestable que el actual. Deberemos seguir de cerca el desarrollo de los acontecimientos a los fines de poder dar cuenta de la evolución de las estrategias de Estados Unidos, Rusia y China en sus esfuerzos por mantener -e incrementar- su hegemonía, así como de las diferentes consecuencias de tales estrategias a nivel internacional.


Referencias

[1] Crowley, M. (2025, 03 de abril). Rubio Visits NATO Amid European Alarm Over Trump’s Agenda. The New York Times. Disponible en: https://www.nytimes.com/2025/04/03/us/politics/rubio-visits-nato.html

[2] Shalal, A. (2025, 31 de marzo). 'Pissed off' at Putin, Trump threatens tariffs on Russian oil if Moscow blocks Ukraine deal. Reuters. Disponible en: https://www.reuters.com/world/trump-threatens-secondary-tariffs-russian-oil-if-unable-make-deal-ukraine-2025-03-30/

[3] Kent, L. y Treene, A. (2025, 1 de abril). Trump accuses Ukraine’s Zelensky of ‘trying to back out’ of proposed minerals deal. CNN. Disponible en: https://edition.cnn.com/2025/03/31/europe/ukraine-minerals-deal-trump-zelensky-intl/index.html

[4] Lissardy, G. (2 de marzo de 2022). Biden y Putin. “No tiene idea de lo que viene”: la mayor advertencia de un líder de EE.UU. a uno de Rusia desde el fin de la Guerra Fría. BBC.

[5] Richards, H. 

[6] Kolyandr, A. (2025, 23 de febrero). Addicted to War: Undermining Russia’s Economy. Zentrum für Osteuropa und Internationale Studien. Disponible en: https://www.zois-berlin.de/en/research/research-clusters/political-economy-and-integration/crisis-habit-why-russias-economy-has-been-so-resilient-to-sanctions

[7] Fenton, N. y Kolyandr, A. (2025, 11 de abril). Down But Not Out: The Russian Economy Under Western Sanctions. Center for Strategic and International Studies (CSIS). Disponible en: https://www.csis.org/about?gad_source=1&gclid=Cj0KCQjwzYLABhD4ARIsALySuCSfp8BNhbifnakIHK2UTuZz-U58KxjKy-0RElllItnxNLcfr0zzB_AaAqx8EALw_wcB

[8] Perragin, C. y Renovard, G. (2025). El sinuoso camino del petróleo ruso. Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur. Marzo de 2025. PP. 12-13.

[9] Javaid et al. (2025, 11 de marzo). Visualizing Ukraine’s military aid after the U.S. freeze. The Washington Post. Disponible en: https://www.washingtonpost.com/world/2025/03/11/ukraine-trump-aid-europe/

[10] Reguera, A. (Presentador). (2025, 28 de febrero). Trump y la Realpolitik en acción: ¿camino a un nuevo orden mundial? (Núm. 36). [Episodio de podcast de audio]. En Geopolítica en acción.

[11] Klare, M. (2025). Geopolítica en la Era Trump. Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur. Marzo de 2025.

[12] Klare, M. Idem.

[13] Adler, K. (25 de marzo de 2025). "El desprecio hacia Europa en el chat del gabinete de Defensa de Trump horroriza a la Unión Europea". BBC. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/articles/c1kjdynkw8wo

[14] Adler, K. Idem.

[15] Richard, H. Idem. 

[16] Reguera, A. Idem.

[17] Reguera, A. Idem.

[18] Kong, L. (2025, 25 de marzo). Trump’s desire to ‘un-unite’ Russia and China is likely to work -in fact, it could well backfire. The Conversation. Disponible en: https://theconversation.com/trumps-desire-to-un-unite-russia-and-china-is-unlikely-to-work-in-fact-it-could-well-backfire-252243

[19] Halimi, S. (2025). Washington-Bruselas, ¿el divorcio? Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur. Marzo de 2025 (PP. 20-21).

[20] BBC. “Trump acusa a Zelensky de ‘jugar a la Tercera Guerra Mundial’ en una tensa reunión en la Casa Blanca que terminó sin la firma del acuerdo sobre los minerales. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/articles/cm2n4y0zxjjo

[21] Richard, H. (2025). Ucrania: una paz que avanza a la fuerza. Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur. Marzo de 2025.

[22] Surzhko Harned, L. (2025, 19 de febrero). In pushing for Ukraine elections, Trump is falling into Putin-laid trap to delegitimize Zelensky. The Conversation. Disponible en: https://theconversation.com/in-pushing-for-ukraine-elections-trump-is.falling-into-putin-laid-trap-to-delegitimize-zelenskyy-250003

[23] Richard, H. Idem.

[24] Klare, M. Idem. 

[25] Shevchenko, V. (2025, 03 de abril). Russia not on Trump’s tariff list. BBC. Disponible en: https://www.bbc.com/news/articles/cdjl3k1we8vo

[26] Halimi, S. Idem.

[27] Sheppard, B. (2025, 25 de marzo). Trump Says ‘Very Angry’ With Putin Over Ukraine. The Moscow Times. Disponible en: https://www.themoscowtimes.com/2025/03/30/trump-says-very-angry-with-putin-over-ukraine-a88537

[28] Kazakov, A. (2025, 19 de marzo). Putin made Trump wait, then strung him along – it’s clear his war aims in Ukraine have not changed. The Conversation. Disponible en: https://theconversation.com/putin-made-trump-wait-then-strung-him-along-its-clear-his-war-aims-in-ukraine-have-not-changed-252497




 
 
 

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