Por Leonardo Motteta, Miembro del Observatorio de Política Internacional.
Kremlin.ru, CC BY 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/4.0>, via Wikimedia Commons
La naturaleza de la relación Rusia-China post caída de la Unión Soviética, siempre fue muy discutida. Existen numerosas explicaciones diametralmente opuestas sobre el fenómeno, desde una alianza anti occidente hasta un pacto defensivo limitado (1). Sin embargo, a partir del inicio de la invasión rusa a Ucrania, se percibió generalizadamente un acercamiento más estrecho entre China y Rusia, principalmente teniendo en cuenta las sanciones militares y económicas impuestas por occidente a Rusia. Parecería a primera vista que la dependencia rusa de China se acrecienta, ya que sin el apoyo del gigante asiático, los esfuerzos bélicos de Putin podrían verse truncos en muy poco tiempo.
Ante este nuevo contexto, la mayoría de las explicaciones se han centrado en dos grandes hipótesis. Por un lado, la de un entrelazamiento estrecho entre los dos países, una alianza frente a la influencia exterior. Por el otro, algunos analistas consideran que China aprovecha la situación de debilidad de Rusia para consolidar sus intereses en la zona, existiendo entonces una relación mucho más asimétrica. Las dos perspectivas poseen matices, pero son importantes para intentar visualizar la posible proyección a futuro de esta relación.
Pero primero vamos a ver como se expresa esta relación en los hechos acaecidos entre ambos países post invasión rusa a Ucrania. Desde el principio de la guerra, China operó de forma similar a lo que había realizado luego de la invasión a Crimea en 2014: Permitió aligerar el peso de las sanciones impuestas por occidente, principalmente en lo que respecta a la compra de hidrocarburo ruso. En términos militares, China se declaró neutral, por lo que no proporcionó armamento a su socio estratégico (esto es puesto en duda por EEUU). Lo que sí realizan ambos países asiáticos en conjunto son ejercicios militares, principalmente en la zona del mar de Japón. En lo que refiere a la diplomacia, la neutralidad de China no le ha impedido mostrarse abiertamente a favor de Rusia, ya que no ha condenado la invasión y repite los argumentos del Kremlin.
En 2023, la tendencia al acercamiento de China y Rusia ha aumentado, principalmente en lo que refiere a lo comercial. En el primer período del año, el comercio bilateral se colocó en U$D 90.000 millones aproximadamente, un aumento del 40.7% con respecto al mismo período del 2022. Llamó la atención también el lanzamiento por parte del ejército Chino de ejercicios militares conjuntos con Rusia en el mar de Japón, que comprometen unidades navales y aéreas de ambos países. Estas acciones se ven con preocupación desde occidente, porque en esta área existen disputas territoriales entre Rusia y Japón, por lo que podría significar un intento de proyectar poder sobre los países de la zona.
El gobierno Chino niega cualquier aseveración de que existe una alianza de hecho con Rusia, refiriéndose a la relación con el país vecino como una “sociedad estratégica”. El objetivo que señalan es el de generar un espacio de prosperidad en Asia Central, donde la estabilidad permita el desarrollo en las naciones del área. Además, desde el gobierno Chino señalan que Beijing mantiene relaciones normales con Kiev, presentando propuestas para la paz entre Rusia y Ucrania y que por consiguiente su política es de neutralidad.
Hay dos factores que parecen contradecir la teoría de una alianza estrecha entre Beijing y Moscú. El primero es la inexistencia de un acuerdo militar de defensa mutua, asistencia militar directa o venta de armamentos (por lo menos, que se tenga conocimiento cierto). El segundo es que continúa beneficiándose del comercio con países de todo el mundo, incluídos los del bloque occidental. La reducción del comercio con algunos socios históricos no solamente puede explicarse por el mayor intercambio con Rusia, sino también a partir de la aproximación estratégica a África y América Latina. Resulta claro que China, en este sentido, pone sus intereses en primer lugar, dejando atrás a Rusia como competidor económico.
Ahora bien, lo que nos interesa explorar aquí es la intensidad de la transformación de las relaciones bilaterales entre China y Rusia post invasión. Es claro que existieron cambios, pero ¿Estamos hablando de un fenómeno coyuntural, pasajero? ¿O asistimos a la aparición de una nueva forma de relacionarse entre estos países? Y otra pregunta relevante ¿Estamos hablando de una alianza, una sociedad estratégica o de otra cosa? Si bien no vamos a encontrar las respuestas a estas preguntas en este breve escrito, podemos avanzar en un primer análisis que nos permita generar insumos para seguir explorando el devenir de esta coyuntura.
La dificultad para definir el carácter de la relación entre Rusia y China, puede encontrarse en que en realidad estamos observando dos niveles en los que esta relación se presenta: internacional y regional (2). Por un lado, ambos países deciden actuar en conjunto ante la unipolaridad que propone Estados Unidos y sus aliados. Por el otro, compiten regionalmente para imponer su influencia en sus vecinos. Esto explicaría porqué, lo que en la superficie aparece como una mera alianza anti occidental, ante un análisis más profundo se convierte en un fenómeno mucho más complejo.
Una posible clave para entender la competencia regional entre estas dos naciones es no “internacionalizar” el aspecto regional. Por ejemplo, suele nombrarse al área indo-pacífica como un lugar “anti Beijing” o “anti Moscú”, aliada a EEUU. Pero si miramos más detenidamente, nos encontramos con estrategias mucho más abiertas a las potencias asiáticas, como el multilateralismo de Japón o el no alineamiento de India (3). Esto produce que las acciones de Rusia y China para con estos países no estén relacionadas con la necesidad de oposición a occidente, y por consiguiente pueden no estar alineadas o ser directamente opuestas.
Un hecho que puede graficar muy superficialmente esta dualidad que recorre las relaciones entre Rusia y China, es la profundización del conflicto de China con Taiwán, debido a las acciones de Estados Unidos. Los ejercicios militares realizados conjuntamente por Rusia y China mencionados anteriormente, se explican por la intervención estadounidense. Cada vez que China siente que la presencia de occidente se acrecienta en su zona, existe un acercamiento con Rusia. Pero si este incentivo no está presente, la política de Beijing puede ser más flexible, sin necesidad de acercarse a Moscú.
Podemos ensayar entonces un pequeño modelo para predecir las acciones de cada país en la relación y los posibles cambios a futuro. Si se percibe que la presencia de Estados Unidos puede poner en riesgo la influencia y control de Rusia y China sobre su entorno, lo más probable es que las acciones que estos países realicen se acerquen más a una alianza, intentando balancear contra occidente. Pero mientras que esta amenaza aparezca como más difusa, los países van a pugnar por sus propios intereses. Aquí es donde China, por la robustez de su sistema económico, tiene ventaja, y puede aprovechar la debilidad y la dependencia rusa. Lo más probable es que China intente avanzar en una consolidación de su poder regional, al mismo tiempo que mantendrá una alianza estratégica para neutralizar el poder de las potencias occidentales.
Citas Bibliográficas
1 Korolev, A (2016), Systemic Balancing and Regional Hedging: China–Russia Relations, The Chinese Journal of International Politics, Volume 9, Issue 4, Winter 2016, Pages 375–397. Pág 383. Disponible en: https://academic.oup.com/cjip/article/9/4/375/2528288
2 Korolev, A., & Portyakov, V. (2019). Reluctant allies: system-unit dynamics and China-Russia relations. International Relations, 33(1), 40–66. pp.40-41 Disponible en: https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0047117818812561
3 Denisov, I., Paramonov, O., Arapova, E., & Safranchuk, I. (2021). Russia, China, and the concept of Indo-Pacific. Journal of Eurasian Studies, 12(1), 72–85. Pág. 72. Disponible en: https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/1879366521999899
Bibliografía
Korolev, A (2016), Systemic Balancing and Regional Hedging: China–Russia Relations, The Chinese Journal of International Politics, Volume 9, Issue 4, Winter 2016, Pages 375–397, https://doi.org/10.1093/cjip/pow013
Korolev, A., & Portyakov, V. (2019). Reluctant allies: system-unit dynamics and China-Russia relations. International Relations, 33(1), 40–66. https://doi.org/10.1177/0047117818812561
Denisov, I., Paramonov, O., Arapova, E., & Safranchuk, I. (2021). Russia, China, and the concept of Indo-Pacific. Journal of Eurasian Studies, 12(1), 72–85.https://doi.org/10.1177/1879366521999899
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