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Reflexión en el día mundial de los refugiados: realidad atrapada entre ficciones

Por Vicente Albornoz integrante del Observatorio de Asistencia Humanitaria



Cada 20 de junio, desde el año 2001, se celebra el día mundial de los refugiados a fin de visibilizar los derechos, sueños y contextos de las poblaciones refugiadas y desplazadas, en un esfuerzo por movilizar las voluntades necesarias para que estas puedan prosperar. El día en cuestión se debe a la conmemoración de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. Este instrumento internacional junto a su protocolo de 1967, ampara la protección internacional de los refugiados brindando definiciones, estableciendo estándares de tratamiento y concediendo derechos. Sus pilares son el principio de no devolución y la cooperación. Sus objetivos son la integración y el retorno seguro.


De acuerdo al ACNUR (2019), la situación de los refugiados en los últimos diez años ha dejado de ser un fenómeno temporal y de corto plazo. A finales del 2019 en el mundo había 79,5 millones de personas que se habían visto obligadas a huir de sus hogares. El 1% de la población mundial son desplazados y de estos, el 40% son menores de 18 años. Asimismo, hablar de refugiados implica al menos nombrar algunas de las crisis que los han generado: Siria; Sudán del Sur; Ucrania; Myanmar; Venezuela; el Sahel; Afganistán, Iraq, Libia y Somalia; Centroamérica; República Centroafricana; Etiopía; República Democrática del Congo; Yemen. A todo esto, evidentemente ha de sumarse el impacto transversal y diferenciado del COVID-19.


Además de lo anterior, la postura de los países de acogida se ha ido modificando. Tómese el caso paradójico de Dinamarca. Pionero en la asistencia a refugiados y hogar del Consejo Danés para los Refugiados, organización humanitaria líder en esta área. En la última década el país nórdico ha ido endureciendo sus políticas buscando desincentivar las solicitudes de asilo.


Sin embargo, la intención de esta nota no es profundizar en los instrumentos internacionales, datos y conflictos internacionales de la materia. Esta consiste en una reflexión sobre el punto focal que limita la cooperación cuando hablamos de refugio y busca -más que iniciar o saldar algún tipo de diálogo académico- plantear perspectivas complementarias para nutrir el activismo y movilizar voluntades.


El pasado 18 de mayo, la imagen de dos jóvenes entrelazados en un abrazo a las orillas de una playa en Ceuta alcanzó a sitios y personas a las que regularmente no llegan los comunicados de prensa de Naciones Unidas ni mucho menos las notas de opinión de centros de investigación. Al menos por unos días, los refugiados entraron en la agenda y las discusiones sobre estos pasearon entre la academia y nuestras pantallas.


Meditando sobre este hecho la pregunta inicial fue: ¿Por qué esta fotografía logró recordarle al mundo el sufrimiento de millones de personas? Esto, considerando las muchas tragedias e innumerables instantáneas que de estas existen. La conclusión casi natural fue: empatía. Con mayor prolijidad concluí que es porque la foto nos interpela a través de la empatía. Sin embargo, al pasar los días y a la luz de hechos subsecuentes relacionados con esta historia resultó necesario observar los medios, el “cómo” un abrazo entre dos desconocidos logra interpelar la empatía -o falta de ella- en todo el mundo. Para este fin, ideas de Yuval Noah Harari y Viktor Frankl sirvieron para orientar el pensamiento.


De acuerdo a Harari (2016) aquello que caracteriza a los humanos es nuestra especialidad para narrar historias. Somos los únicos capaces de crear ficciones que, valiéndose de distintos medios como la oralidad y la escritura -aquí incluimos las imágenes-, pueden ser compartidas con otros y así estimular la cooperación. Nuestra capacidad para cooperar es inversamente proporcional a la universalidad de dichas ficciones. El reto consiste en homogeneizar y difundir. De modo que bajo esta lógica se puede afirmar que, producto de la globalización, la cooperación es potencialmente mayor hoy que en cualquier otro momento del pasado.


Al efecto, hablar de refugiados es hablar de una ficción usada para determinar a ciertas personas. Si bien cuenta con antecedentes en la antigüedad, la realidad es que la ficción que hoy conmemoramos no es universal. Esta se encuentra en pugna en su definición e interacción con otras ficciones. Los actos xenófobos son la manifestación de esto, detrás de ellos se encuentra otra ficción que los representa diametralmente y que a su vez, interactúa con otras como religión, economía, Estado, etc. Una prueba clara de ello son las muestras de afecto y odio dirigidas a Luna Reyes por abrazar al joven en la playa de Tarajal.


En cambio, la empatía es un sentimiento que proviene del instinto de supervivencia. Es una consecuencia de ser seres sociales y en términos simples podemos entenderla como afección que se tiene por una realidad ajena. La diferencia en este caso es que la empatía posee entendimiento y aceptación universal. No existe alguien que pueda sentir la empatía de una forma diferente y, por lo tanto, no existen otras definiciones. Sin embargo, profundizar en ella es importante y aquí nos sirve Frankl (1988) quien explica que la empatía es un juicio propio que consiste en preguntarse si en una situación similar es posible que nosotros no hubiéramos hecho lo mismo que otra persona. Además, define la suerte -privilegios- como todo aquello que no se padece y les agrega a este juicio propio (Frankl, 1988). Así pues, la empatía es un sentimiento que funciona como un juicio a lo externo a partir del reconocimiento propio. Misma que por ser real se experimenta universalmente y tiene un alto potencial para estimular la cooperación.


Entonces, cuando la foto tomada por Marcos Moreno llegó a nosotros hizo que nos preguntáramos ¿Soy capaz de recriminar a ese joven? ¿Puedo juzgar la reacción de la voluntaria de Cruz Roja? ¿Hubiera hecho lo mismo? ¿Cuáles son mis privilegios? y a medida que experimentamos la empatía recurrimos a nuestra ficción de refugiado para responder. El resultado ya es conocido: nuestra limitación para cooperar cuando la empatía quedó atrapada entre ficciones en pugna.


Es por esto que, hoy cuando retomemos los instrumentos internacionales, datos y complejidades de la sociedad internacional el llamado es a tener en cuenta que lo que nos limita no es real: toda ficción es mutable. Que la cuestión de los refugiados es relevante porque no es temporal ni de corto plazo y resulta urgente para los más de 79.5 millones de sueños que requieren que dejemos de predicar a los conversos y vayamos a cambiar aquellos que piensan distinto.


Referencias

  1. Historiador israelí. Uno de los intelectuales más leídos en la actualidad. Autor de los libros Homo Sapiens; Homo Deus; 21 lecciones para el siglo XXI.

  2. Filósofo austríaco enfocado en el análisis existencial. Sobreviviente del holocausto Nazi.

  3. Cosa que es producto de la imaginación.

Bibliografía

  • Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, Ginebra, 28 de julio de 1951, Serie Tratados de Naciones Unidas, vol. 189, No. 2545, pág. 137, disponible en: https://www.acnur.org/5b0766944.pdf

  • Frankl, V (1988). El hombre en busca de sentido. Barcelona, España: Herder.

  • Harari, Y. N (2016). Homo Deus.13° ed. Ciudad autónoma de Buenos Aires, Argentina: Debate

  • Naciones Unidas, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados “Tendencias globales de desplazamiento forzado en 2019: Informe del Alto Comisionado”, 2019. Disponible en: https://www.acnur.org/5eeaf5664#_ga=2.82145238.1548921775.1623128896-1455193489.1597353985

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