La migración como retórica trumpista de amenaza
- UBA Centro de Estudios de Política Internacional
- 29 jun
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Por Iñaki Reche, Periodista (Tea&Deportea). Licenciado en Ciencia Política (Saginaw Valley State University) y Relaciones Internacionales (UADE). Colaborador del Observatorio de Defensa y Seguridad Internacional (CEPI - UBA).

La política migratoria de Estados Unidos vuelve al centro del debate internacional. A medida que se acercan las elecciones de medio término, la administración de Donald J. Trump profundiza su agenda de control fronterizo con disposiciones que endurecen aún más el acceso al país.
Entre las medidas más recientes destaca la prohibición de entrada a ciudadanos de 12 países, incluidos Afganistán, Irán, Libia, Sudán, Yemen y Venezuela. Aunque varias de estas restricciones ya existían durante su primer mandato, ahora se amplían con mayor rigidez y menos excepciones humanitarias.
Otra decisión de alto impacto es la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para personas originarias de Nepal, lo que deja a miles de residentes legales en riesgo de deportación. El TPS ha sido históricamente un salvavidas para quienes no pueden regresar a su país por desastres naturales o conflictos armados.
Quizá la resolución más controvertida sea la suspensión de visas F‑1 para estudiantes internacionales. El caso más resonante fue el de la Universidad de Harvard, donde se frenó temporalmente la emisión de visas para nuevos ingresantes extranjeros bajo el argumento de una “revisión de seguridad”. La medida afecta no solo a miles de estudiantes, sino también a la situación financiera de las universidades y a la imagen del sistema educativo estadounidense como destino global.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha reforzado su discurso de “tolerancia cero”, reviviendo eslóganes sobre seguridad nacional y control del crimen. El muro fronterizo con México vuelve a mencionarse como prioridad, pese a que las estadísticas oficiales muestran que la mayoría de los ingresos irregulares actuales se produce por visas vencidas más que por cruces no autorizados. Aun así, la narrativa del “invasor” continúa siendo un activo electoral clave para el trumpismo.
¿Es la migración realmente una amenaza? La respuesta tiene escasa relevancia en términos electorales. El Partido Republicano ha erigido la lucha contra ella como una bandera identitaria, y un segmento considerable de la población cree el relato. Las repercusiones cotidianas para la mayoría de la ciudadanía son mínimas; sin embargo, para quienes respaldan a Trump, el fin pareciera justificar los medios.
En este contexto crecen también las voces de rechazo. El 15 de junio, miles de personas marcharon en Los Ángeles bajo el lema “No dejemos entrar al miedo”. Artistas, activistas, estudiantes y trabajadores ocuparon las calles del centro angelino. La movilización se replicó en San Francisco, Chicago y Nueva York, exigiendo el fin de las políticas de exclusión, el respeto al derecho a migrar y la defensa de una sociedad plural. Varios medios calificaron la protesta como la mayor manifestación anti‑Trump desde su reelección.
Estados Unidos endurece su cerco, cerrando caminos legales sin ofrecer alternativas reales. En un escenario global de desplazamientos masivos, estas políticas envían una señal preocupante: la migración deja de ser vista como un derecho y se presenta como una amenaza.
Un gran artículo con buena prosa y de interesante contenido