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La diplomacia de las ideas, “pensando” los think tanks

Por Juan Ignacio Moreyra, Miembro del Observatorio de Política Internacional.



Los think tanks llevan décadas siendo un actor central en el proceso estratégico de la política nacional. A medida que el mundo enfrenta desafíos transnacionales cada vez más complejos, la función de estos institutos como incubadoras de ideas y normativas es más vital que nunca para orientar las decisiones y acciones internacionales.


El poder y las ideas siempre han sido dos caras de una misma moneda. Joseph Nye para (2004), señala que todos los grandes imperios de la Historia se han caracterizado por tener en común al menos dos elementos: el poder de sus tropas y el poder de atracción de su civilización. Según la definición original de Joseph Nye, el poder duro de un país se basa en la coerción, en gran medida en función de su poderío militar o económico. El poder blando, en cambio, se basa en la atracción, derivada del atractivo positivo de la cultura, los ideales políticos y las políticas de un país. Desde una óptica realista tradicional, el soft power sería una expresión de lo que Morgenthau (1986) llamó una dominación imperialista cultural, que no recurre al método de la violencia sino a la “política de prestigio". El prestigio, al igual que en las relaciones entre individuos, es una cualidad que los estados buscan poseer y proyectar. Las naciones, como miembros de la sociedad internacional, deben emplear su poder para defender sus propios intereses. En este sentido, el soft power es un recurso que determina el ascenso o descenso de su posición en el sistema internacional.


Las doctrinas geopolíticas y las narrativas estratégicas son fundamentales en este ámbito, ya que definen sus intereses, objetivos y enfoques en el escenario mundial. Los think tanks juegan un papel crucial en este proceso, ya que son las instituciones que se dedican a proporcionar análisis, recomendaciones y plataformas para el debate de ideas. Su proliferación refleja la complejidad del entorno internacional, donde la dinámica de poder está en constante evolución y la competencia por la influencia ideológica es intensa. Estos institutos de pensamiento contribuyen al desarrollo de normativas y estrategias que buscan orientar la acción de los estados en la búsqueda de sus intereses nacionales y la promoción de la cooperación internacional.


Pero vamos desde el principio: la expresión think tank apareció a partir de la Segunda Guerra Mundial, consolidándose durante la posguerra. Hay cierto consenso que la fundación RAND- Research and Development- es el primer caso de lo que entenderíamos como un tanque de ideas moderno. RAND empieza a operar en EEUU con una fuerte vinculación al ámbito militar (Uña, 2007), sobre todo pensando en las estrategias militares, sobre todo vinculadas al convencimiento cultural, que se aplicaban una vez victorioso en la guerra. Fue tal su impacto que muchas instituciones siguieron su ejemplo, convirtiéndose en auténticos generadores de ideas para mejorar la toma de decisiones. 


La influencia de las ideas y narrativas en la política exterior es indiscutible, esto se pudo ver en la historia de la Guerra Fría, un momento histórico en el cual el mundo sorteaba un conflicto nuclear entre dos potencias incompatibles, no necesariamente en materia militar -que si- sino principalmente desde una perspectiva ideológica. Durante este período, los think tanks jugaron un papel crucial en la formación de políticas, actuando como incubadoras de estrategias y doctrinas que definieron las relaciones internacionales. Conceptos como la teoría del dominó y el telón de acero no solo simbolizaron la tensión ideológica, sino que también moldearon las acciones de las naciones. La Revolución Cultural maoísta, por ejemplo, fue una manifestación de cómo las ideas pueden transformarse en movimientos políticos y sociales con efectos duraderos. Estos fenómenos subrayan la importancia de las ideas como fuerzas motrices en la arena global, capaces de influir en el equilibrio de poder y en el curso de la historia.


Pese a ello, nadie pone en duda que las ideas, doctrinas y narrativas en materia de política exterior influyen intensamente sobre el orden internacional. Si no fuese así, difícilmente se podría explicar la vertiginosa proliferación de think tanks en todos los ámbitos disciplinares y geográficos durante la Guerra Fría. Lo mismo cabe decir del auge de ideas fuerza como la teoría del dominó, el telón de acero o la Revolución Cultural maoísta. Sin duda, este período demostró hasta qué punto las ideas son relevantes en política exterior; el mundo bailó sobre la cuerda floja del desastre nuclear como resultado de un enfrentamiento entre dos superpotencias diametralmente opuestas no tanto en términos militares —que también—, sino fundamentalmente desde la perspectiva intelectual.


Ya luego de la desmembración de la URSS, Francis Fukuyama hablaba del “fin de la Historia” y Joseph Nye lanzaba el concepto de soft power, con el que comienza este artículo, hablando precisamente de la importancia de generar ideas como herramienta para proyectar poder. 


La Argentina, en cuanto a lo que ideas se trata, tiene una relevancia altísima en materia de tanques de pensamiento, segundo el OTT -Directorio abierto de think tanks por sus siglas en inglés- hay al menos 100 think tanks en activo en nuestro país, lo que corresponde a aproximadamente el 25% de los tanques de pensamiento de latinoamérica. Lo interesante es que además del número, la calidad de estas instituciones es reconocida a nivel mundial -destacando el trabajo de el CIPPEc y el CARI como los dos mejores thinks tanks de latinoamérica-. Braun, Cicioni y Ducote (2000) señalan la relación existente entre organizaciones sociales y surgimiento de los “Think Tanks”. Así en el caso de Argentina, apuntan la expansión rápida de nuevas organizaciones sociales: "han surgido y florecido nuevas organizaciones de diversa índole, desde partidos políticos, organizaciones ecologistas locales e internacionales, grupos de derechos humanos, universidades privadas, organizaciones confesionales, centros de investigación y grupos de reflexión".


Uña (2007) señala los condicionantes impuestos por la propia dinámica de nuestro sistema político como explicación al gran número de instituciones de ideas, entendiendo que se caracteriza por la pérdida de protagonismo e los partidos políticos como creadores de plataformas y programas de gobierno, al mismo tiempo que la existencia de un sistema fuertemente presidencialista debilita la capacidad del Congreso de generar y proponer políticas públicas eficientes y eficaces. Esta situación genera espacio y vacíos que son ocupados por una multiplicidad de actores, desde los llamados outsiders o free riders -líderes políticos sin una fuerte estructura partidaria o líderes sociales- así como los think tank. Uno de los casos más importantes de sinergia entre tanques de ideas y partidos políticos es el caso del PRO con la Fundación Pensar, que funcionaba como la usina de ideas del PRO en la construcción de una fuerza política con proyección nacional (Etch; 2016).


A modo de reflexión, es imposible negar el rol relevante que tienen los tanques de ideas en el proceso de las políticas públicas, tanto en Argentina como en el mundo y, como tal, hay que prestar suma atención a su comportamiento. Es necesario comprender cómo funcionan y cuales son sus incentivos para entender su participación en el juego político. Sobre todo en la actualidad, cuando el mundo vuelve a estar sumergido en una polarización ideológica importante, considerando que la existencia de políticas que mejoren la calidad de vida la población requiere de la participación de muchos actores, entre ellos estas instituciones de ideas. Si el conocimiento es poder, las ideas son un activo importante.






Referencias: 


  • Adenauer et alt; 2004; “Políticas públicas y toma de decisiones: Los think tanks en Argentina”

  • Belletini, O. (2007). El papel de los centros de política pública en las reformas públicas implementadas en América Latina. En A. Garcé & G. Uña (Comps.), Think tanks y políticas públicas en Latinoamérica: Dinámicas globales y realidades regionales. Buenos Aires, Argentina: Prometeo.

  • Echt; 2016. LOS THINK TANKS PARTIDARIOS: ENTRE EL CONOCIMIENTO Y LA POLÍTICA. EL CASO DE LA FUNDACIÓN PENSAR Y EL PRO EN ARGENTINA. Universidad Nacional de San Martín y Georgetown University.

  • Esparcia, Antonio, Relaciones públicas y Think Tanks en América Latina. Estudio sobre su implantación y acción.

  • Fische y Plehwe; Redes de Think Tanks e intelectuales de derecha en América Latina; 2013. Nueva Sociedad N 245.

  • Joseph Nye Jr. 2004: “El poder blando y la política exterior americana”, en Soft Power, Public Affairs, New Hampshire.

  • Mato, Daniel. THINK TANKS, fundaciones y profesionales en la promoción de ideas (neo)liberales en América Latina. En publicación: Cultura y Neoliberalismo. Grimson, Alejandro. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires. Julio 2007.

  • Morgenthau, H. (1986). Política entre las Naciones. La lucha por el poder y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano

  • OTT Report; 2023.

  • Think tanks y políticas públicas en Latinoamérica : dinámicas globales y realidades regionales / Adolfo Garcé...[et.al.]. compilado por Adolfo Garcé y Gerardo Uña - 1a ed. - Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007.

  • Thompson, Andres. Think Tanks en Argentina. Conocimiento, instituciones y política. Documento CEDES/102, Serie Organizaciones No Gubernamentales y Filantropía.

  • Xifra, Jordi; 2008. Los Think Tanks. Editorial UOC.

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