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¿Bielorrusia y elecciones?

Por Federico Vidal Ochandio, miembro del Observatorio de Política Internacional.



Poco se sabe de este país: tiene solo 9 millones de habitantes, no tiene montañas, se lo considera como un país totalmente llano y se encuentra en el centro de Europa Oriental. Es una de las pocas naciones que tiene la pena de muerte vigente en tiempos de paz y su repercusión internacional es muy baja. Su último gran protagonismo en la que involucró a otras naciones fue la de hospedar los intentos de paz entre el gobierno ucraniano, las provincias rebeldes y el gobierno ruso durante el transcurso de la guerra civil ucraniana.


Con la caída inminente de la Unión Soviética, Bielorrusia declara su independencia en 1990, y la unión se disuelve formalmente cuando los líderes de Rusia, Ucrania y la propia Bielorrusia se reúnen para formalizar la desintegración soviética. Desde 1994 hasta hoy en día, ha sido gobernada por la misma persona: Alexsandr Lukashenko, quien ha sido reelecto una y otra vez en cada elección, porque las reformas constitucionales que hizo en 1997 y en 2004 le permitieron seguir en el poder.

A este pequeño país europeo se la conoce como la última dictadura europea, ya que diferentes veedores y observadores internacionales sostienen que sus elecciones no son libres. Más que nada debido a los pésimos resultados que tienen los partidos políticos opositores, la falta de pluralidad de voces en los mismos medios de comunicación y porque la misma constitución permite una reelección presidencial ilimitada. Incluso diferentes organizaciones europeas le prohíben participar en estos foros como consecuencia de las malas prácticas democráticas.


Lukashenko es categorizado como un dictador por violar sistemáticamente los derechos humanos, por reprimir cualquier movimiento que se manifieste en su contra y por meter en prisión a rivales políticos. Pero, aunque el país sea catalogado como una dictadura, hace lo que muchos otros países con rasgos similares hacen, realizar elecciones para legitimar su perpetuidad en el poder. Rusia, su importante vecino, también realiza estas prácticas y su legitimidad democrática es altamente cuestionada.


2001, 2006, 2010, 2015, en cada elección parlamentaria Lukashenko ha sido reelecto por los bielorrusos oscilando generalmente con el 80% de los votos. El 9 de agosto del 2020 la historia del país avanzó un paso más.

¿Qué ha estado pasando en el país estos días?


Antes de las elecciones del 9 de agosto, han transcurrido manifestaciones que involucraron a más de 60 mil manifestantes en la capital, Minsk, y en otras ciudades importantes. Dichas manifestaciones han sido duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad.


Desde mayo de este año ha habido cientos de arrestos contra los manifestantes opositores a su gobierno, más que nada desde el encarcelamiento de la mayor figura opositora del país, Sergei Tikhanovky. Toda persona que se manifieste es considerada terrorista y será arrestada.


La mayor contrincante por parte de la oposición es Svetlana Tikhanoyskaya, de 37 años. Ella es profesora de inglés e intérprete, y sale a la luz como candidata presidencial luego de que, a su esposo, Sergei Tikhanovky, un famoso youtuber y bloguero bielorruso se le haya prohibido participar en la contienda electoral, además de que después se lo envía a prisión en mayo.


Otro opositor que fue enviado a prisión por supuesto fraude impositivo es Viktor Babaryko, jefe de la compañía Belgazprombank, la cual es una rama de la gran y poderosa compañía de gas rusa Gasprom. De esta manera además de la acusación por fraude impositivo, en el cual 20 de sus empleados a su vez fueron arrestados, también se lo acusó de ser el candidato del Kremlin y estar afín a los intereses rusos.


Como respuesta, Svetlana salta en la política de su país, presentándose como una candidata independiente y buscando, en caso de ganar, una total transparencia institucional y democrática, y al mismo tiempo poder liberar a su esposo. Por causa de amenazas a Svetlana, sus hijos fueron llevados a otro país por temor a que sean secuestrados.


A casi todos los demás contrincantes políticos y opositores a Lukashenko se les ha prohibido participar, a excepción de otros tres candidatos que según los indicadores ostentan una mínima intención de votos que ronda en el 1%. Pero en su mayoría, toda la oposición respalda la candidatura de Svetlana.

¿Rusia es un aliado o un enemigo?


Durante décadas ambos países han actuado como si fueran uno solo, han realizado tratados internacionales de gran acercamiento y la relación siempre fue próspera. Pero en el último período presidencial de Lukashenko, Putin lo ha criticado y señalado, diciendo que él se comporta como un tirano. Cuatro días antes de la elección, según fuerzas de seguridad bielorrusas, arrestaron a 33 mercenarios rusos pertenecientes al grupo mercenario Wagner. Supuestamente fueron contratados por allegados de Putin para apoyar a los contrincantes del actual presidente.


La típica campaña electoral de Lukashenko siempre se basó en que él es la persona ideal para defender al país de la amenaza e intervención extranjera. Siempre apuntó a Occidente como la fuerza desestabilizadora de su nación, pero hoy en día ese rol se ha dado vuelta y es Rusia la nueva enemiga.


Los mercenarios son la prueba de que su país está en riesgo, y que, sin él, la intervención se acerca. A través de una cadena nacional televisada acusó a Rusia de influir en contra de los intereses bielorrusos y de que hay incluso otras unidades mercenarias en el sur del país. Se sospecha que habría aproximadamente 200 más prófugos.


Según el Presidente Lukashenko, el propósito de estas tropas era hacer una masacre en las manifestaciones que se están dando en Minsk, para que se vea obligado a renunciar. Ante tales acusaciones el gobierno ruso las ha negado a todas y explica que en realidad dichos mercenarios estaban haciendo una escala para ser enviados a otro lado.


El grupo Wagner ha estado activo en la guerra civil ucraniana, apoyando militarmente a las provincias rebeldes prorusas de Donetsk y Luhansk en contra del gobierno nacional ucraniano, en el Este de Ucrania, que es un país vecino de Bielorrusia. El gobierno ucraniano pudo identificar a 14 de los 33 mercenarios arrestados, confirmando que estuvieron en el conflicto armado ucraniano. También el grupo Wagner ha estado involucrado en la guerra civil siria y libia. Si supuestamente este grupo comando estaba solo de paso, nadie dijo para dónde viajaban.


Si la pequeña nación de Bielorrusia se aleja cada vez más de Rusia, su economía, la cual es muy débil, podría colapsar y la pobreza aumentar exponencialmente. Esta receta siempre es muy desestabilizadora para cualquier gobierno, y el descontento social puede derribarlos.


Bielorrusia se está quedando sin amigos y solo ve más enemigos.

¿Y el coronavirus?


Bielorrusia fue el centro de noticias de Europa, pero no por sus políticas de cuarentena y distanciamiento social. Todo lo contrario. Mientras el continente avanzaba hacia un lado, el país viró para el lado contrario.


El futbol siguió, no se cerraron los negocios, tiendas o escuelas. Básicamente la vida no cambió. Es más, se recomendaba usar vodka como producto de higiene y herramienta para combatir al virus.


Según el mismo presidente, si se tomaban medidas drásticas o de contención, la economía se vería más afectada y el caos social hundiría al país, no la enfermedad en sí.


Hasta la fecha Bielorrusia cuenta con aproximadamente 70.000 contagiados y casi 600 muertos según fuentes oficiales.

¿Cuál fue el resultado de la elección?


Sin sorpresas, Lukashenko ganó las elecciones con el 80,23% de los votos, mientras que Svetlana obtuvo el 9,9%. Al conocerse estos resultados en la mayoría de las ciudades más pobladas del país se realizaron manifestaciones con canticos en contra del recién reelecto presidente. Las fuerzas de seguridad se movilizaron y arrestaron a más de 3.000 personas.


Svetlana por su lado, considera que ella ganó las elecciones, denuncia fraude electoral por falta de veedores internacionales y demanda que se realice el traspaso de poder pacíficamente. Incluso, declaró que los resultados electorales no reflejan la realidad de las calles y de lo que se vive en el país, sino que la élite gobernante hace todo lo posible para mantenerse en el poder mediante la fuerza.


El gobierno manifestó que estos disturbios son el triste resultado de presiones externas que quieren dividir y debilitar a la nación. Las fuerzas de seguridad reprimieron las marchas con balas de goma, tanques hidrantes y granadas de estruendo. Cincuenta personas y 39 policías resultaron heridas de los enfrentamientos que ocurrieron la noche del 9 de agosto.


La reacción internacional fue la esperada. Rusia, a pesar de las altas tensiones que se vivieron en los últimos días, felicitó la reelección de Lukashenko. China, Moldavia, Uzbekistán, Kazakstán y Azerbaiyán también reconocieron los resultados electorales. Alemania y la Presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen dudan de que los requerimientos mínimos para una competición limpia y transparente se hayan cumplido. Y, Polonia, por su lado llamó una sesión de emergencia en la Unión Europea para discutir la crisis.


Bielorrusia sigue con un patrón que lo único que logra es que la gente se sienta más atrapada y acorralada. Lukashenko, además, tiene un problema muy importante. No puede vivir para siempre. Tarde o temprano se deberá pensar en un sucesor, y esos momentos pueden tanto como oxigenar o como violentar a la población. Y no hay que olvidarse de que sigue latente el miedo de que lo que pasó en Ucrania también pueda llegar a pasar en Bielorrusia.


¿Habrá un cambio significativo en el país esta vez?

Solo los bielorrusos podrán decirnos.

Nota publicada originalmente en El País Digital, online: https://www.elpaisdigital.com.ar/contenido/bielorrusia-y-elecciones/27903

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