Acerca de la evolución de la extrema derecha en Escandinavia
- UBA Centro de Estudios de PolĆtica Internacional
- 11 sept 2020
- 10 Min. de lectura
Por Fiona Wiefling, miembro del Observatorio de PolĆtica Internacional
Escandinavia es una región ubicada al norte del continente europeo, compuesta por Dinamarca, Noruega y Suecia. Las tres naciones cuentan con similitudes tanto geogrĆ”ficas como socioculturales, al igual que el mismo rĆ©gimen polĆtico, la monarquĆa parlamentaria. El presente escrito no tomarĆ” en cuenta a las repĆŗblicas de Finlandia e Islandia, por mĆ”s que sean considerados paĆses nórdicos.
Contrario a la literatura contemporĆ”nea acerca de la declinación de los Parlamentos o ādesparlamentarizaciónā, Nedergaard y Wivel (2017), concluyen en que las legislaturas escandinavas han ganado importancia e influencia. No obstante, sĆ es cierto que los Parlamentos nacionales han sido desafiados por la internacionalización de la polĆtica e integración europea, lo cual dio una fuerza significativa a los poderes Ejecutivos y autoridades supranacionales.
Los autores notan las coincidencias entre los Estados, dado que todos los paĆses escandinavos se democratizaron durante el primer cuarto del siglo XX, con la introducción del sufragio universal para elecciones parlamentarias. En Dinamarca se adoptó este sistema en 1901, en Suecia en 1917 y en Noruega 1884. Asimismo las naciones nórdicas fueron gradualmente adoptando el sistema de representación proporcional que promovĆa el desarrollo de sistemas multipartidistas basados en la āestructura de clivajes de 1920ā (Lipset y Rokkan, 1967).
āPartido ha significado, a lo largo de la historia de la polĆtica de Occidente, división, conflicto, oposición dentro de un cuerpo polĆtico (ā¦) referencia a un conjunto de elementos en competición o en discusión con otra serie de elementos en un conjunto unificado (ā¦) Esta dialĆ©ctica conflicto-integración tiene un interĆ©s bĆ”sico en la investigación actual sobre la sociologĆa comparativa de los partidos polĆticosā. No obstante, Lipset y Rokkan reconocen que solo unos pocos conflictos surgidos de la variedad de relaciones en la estructura social tienden a polarizar la polĆtica en un sistema determinado. No todos los clivajes terminan institucionalizados en partidos polĆticos.
Para este anĆ”lisis, proponen cuatro lĆneas de división, dos de ellas producto de la Revolución Nacional y de la Industrial, y otras dos: la territorial, correspondiente a la estructura de división nacional, y la funcional, eje que se mueve entre intereses y oposiciones ideológicas.
A partir de la Revolución Nacional, se reconocen dos divisiones: desde la dimensión territorial el conflicto entre la cultura central que construye la nación y la resistencia de las poblaciones sometidas de las provincias y periferias, Ć©tnica, lingüĆstica o religiosamente diferenciadas (ācentro-periferiaā); desde la funcional el conflicto entre el Estado-nación centralizante, regularizador y movilizador, y los privilegios corporativos históricos de la Iglesia (āEstado-Iglesiaā).
A partir de la Revolución Industrial: desde la dimensión territorial el problema entre los intereses terratenientes y la clase emergente de empresarios industriales (ācampo-ciudadā); desde la funcional el conflicto entre propietarios y patronos y por el otro lado arrendatarios, jornaleros y obreros (ācapital-trabajoā).
Aplicando los planteamientos de Lipset y Rokkan a las sociedades nórdicas, notamos que a principios del siglo XX habĆan tres grupos societales dominantes: los trabajadores, empresarios y agrarios. Los conflictos originados entre ellos formaron los clivajes de centro-periferia, campo-ciudad y capital-trabajo. Del primero nacieron partidos socialdemócratas y laboristas; del segundo los agraristas y cooperativistas; del tercero los partidos conservadores y organizaciones sindicales.
El establecimiento de una nueva y sólida familia de partidos (Jimenez, 2001) en Europa del Norte vino a romper con el modelo tradicional de cinco fuerzas polĆticas: la social democracia, el ala izquierda, los conservadores, los agraristas y los liberales. No solo emergieron los pequeƱos partidos cristianos y verdes en el sistema polĆtico, sino que tambiĆ©n lo hicieron los populistas radicales de derecha. AprovechĆ”ndose del caos generado por las crisis financieras y fiscales europeas, han crecido en Escandinavia los intereses nacionalistas de retórica populista derivados en slogans anti-Unión Europea y anti-inmigración (Grabow y Harleb, 2013; Jungar y JupskĆ”s, 2014).
El populismo radical de derecha cuenta con una serie de caracterĆsticas que es menester aclarar antes de adentrarnos en el sistema de partidos de cada paĆs escandinavo. En primera instancia, una posición autoritaria frente a cuestiones culturales, bajo la creencia de que la nación debe permanecer lo mĆ”s homogĆ©nea posible tanto cultural como Ć©tnicamente, y manifiestan un rechazo al multiculturalismo. Es aquĆ donde situamos al clivaje de la inmigración, siendo que esta familia de partidos la repudia abiertamente.
En segundo lugar, cuentan con una posición socioeconómica centrista, basada en un apoyo ferviente al Estado de bienestar, pero una oposición a las medidas redistributivas.
Tercero, los partidos se vinculan entre sĆ transnacionalmente a partir de una ideologĆa nacionalista extrema, rivalidades personales y condiciones polĆticas domĆ©sticas similares.
Cuarto, los nombres de cada fuerza polĆtica hacen alusión al populismo, ya sea por su carĆ”cter nacional o bien su mentalidad populista.
Kaltwasser, Taggart, Espejo y Ostiguy (2017) plantean una visión integral del populismo, lo ven como āuna ideologĆa que considera que la sociedad estĆ” separada en dos grupos homogĆ©neos y antagónicos, āla gente puraā versus āla elite corruptaā, y que argumenta que la polĆtica deberĆa ser una expresión de la voluntad general de la genteā. El populismo se encarga de construir una nación limitada, comunitaria y soberana, opuesta al establishment tradicional. Tiene lĆderes demagogos y estĆ”n en busca del apoyo masivo.
Grabow y Hartleb (2017) arguyen que los partidos populistas radicales de derecha se estructuran en base a dos ejes: anti-inmigración, y anti-Unión Europea. En función de ello analizaremos a continuación a las expresiones populistas en cada nación escandinava.
Sobre el ascenso del DF danƩs
Fundado en 1995 por Pia KjƦrsgaard, quien lideró el partido hasta 2012, luego pasó al mando a Kristian Thulesen Dahl. En las elecciones de 2015 para el Folketing, el DF recibió el 21% de los votos, y se convirtió en la segunda fuerza lĆder luego de los social demócratas. Para ver cómo se desarrolló este proceso, es relevante analizar los resultados electorales del partido desde su creación hasta las Ćŗltimas elecciones parlamentarias.
El Dansk Folketiparti se postuló por primera vez como partido organizado en 1998, y obtuvo un porcentaje de 7.4. En 2001 consiguió 2 puntos, sumando casi un punto y medio mÔs hacia 2005, cuando llega a 13.3%. En 2007, 13.9%; en 2011, 12.3%; en 2015 llega a un pico de 21.1% de los votos, para luego decaer en 2019 con un resultado de 8.7%.
El argumento de los expertos para explicar el crecimiento electoral significativo de esta fuerza derechista es que entre 1966 y 2001 los partidos socialistas perdieron apoyo, y el ascenso en los Ćŗltimos aƱos del DF fue a expensas de la socialdemocracia. AsĆ, el porcentaje de ex votantes del SDP, conformado principalmente por clases trabajadoras urbanas, pasó al DF. Desde las elecciones de 2001 el pĆŗblico mayoritario dejó de estar conformado por personas mayores y se extendió a la juventud. Desde finales de los ā60, y, sobre todo, en las elecciones de 1973 creció el nĆŗmero de āvotantes flotantesā, que protestaban contra los partidos de establishment, y se alinearon a favor de los antiestablishment polĆtico (BƤchler y Hopman, 2017).
El slogan del partido hacia 2002 era el siguiente: āDinamarca no es un paĆs inmigrante y jamĆ”s lo fue. Por ello no aceptaremos una transformación a una sociedad multiĆ©tnica⦠Dinamarca pertenece a los daneses y sus ciudadanos deberĆan vivir en una comunidad segura enfocada en las leyes (ā¦)ā. Estudios como el de Roemer y van de Straeten (2007), al igual que los de Hellstrƶm y Hervik (2014), han mostrado que el debate sobre la regulación de una polĆtica migratoria ganó apoyo desde la dĆ©cada de 1980, cuando creció fervientemente el nĆŗmero de refugiados provenientes de paĆses por fuera de Europa. Entonces el tipo de inmigrantes que se irĆan a recibir pasarĆan de ser trabajadores a simplemente buscadores de asilo. Esto aumentó significativamente la xenofobia en la sociedad y en los medios de comunicación como formadores de opinión.
La anomalĆa sueca
SegĆŗn Paulsen (2018), hasta tiempos recientes en Suecia no se habĆa conocido un partido anti-inmigración, a pesar de las altas tasas migratorias y de violencia derechista. No obstante, el SD, fundado en 1988 y liderado desde 2005 por Jimmie Ć kesson, ha ganado popularidad a gran velocidad. Esta autora argumenta que ha habido un ambiente propicio para que esta clase de partido se vuelva exitoso. Por un lado, que han dejado de ser relevantes los clivajes socio-económicos. Por el otro, que la cuestión migratoria se ha politizado.
El Sverigedemokraterna se postuló por primera vez a elecciones parlamentarias en 1988, y obtuvo como resultado simplemente un 0.2% de los votos. Mantuvo estos bajos resultados hasta 2006, cuando, debido a un distanciamiento de los neo-nazis, crece hasta un 2.9 del porcentaje. En 2010 obtuvo un 5.7%, duplicÔndose hacia 2014 con 12.9%, y llegando en 2018 al 17.5%.
Los mayores resultados ganados por el SD reflejan un apoyo de sectores de bajos salarios y grupos marginalizados con bajo nivel de educación. Asimismo, el desempleo, niveles de delincuencia y proporción de inmigrantes son factores que llevan al electorado a inclinarse a favor de populistas radicales de derecha.
El euroescepticismo noruego
El Fremskrittspartiet encaja en la definición de populismo de ala derecha. Siendo el partido de mayor llegada bajo el slogan anti-inmigración en su paĆs; tiene tendencias autoritarias demostradas, por ejemplo, en que fue uno de los pocos partidos que se manifestó en contra el matrimonio igualitario y a favor de castigos mĆ”s severos por incumplir la ley. Su liderazgo es populista, adhiere al slogan de campaƱa āun partido para la gente comĆŗnā .Es anti-establishment, el 38% de sus miembros estĆ”n en contra de la forma en que se maneja la democracia noruega contemporĆ”nea. Se manifiesta asimismo en contra de la Unión Europea gracias a su carĆ”cter nacionalista radical.
El lĆder del FrP es Siv Jensen, y el lĆder parlamentario Hans Andreas Limi. Entre los tres partidos discutidos āDF, SD, FrP- fue el primero en crearse, en el aƱo 1973. No obstante, comenzó a postularse en elecciones reciĆ©n en 2002, cuando obtuvo un 1.4% de los votos. En 2006 sumó puntos y llegó al 2.9%, en 2010 a 5.7%. Hacia 2014 duplicó su apoyo y obtuvo un 12.9%, hasta llegar a 2018 con el 17.5%.
Los requerimientos fundamentales del partido fueron mayormente bajar impuestos, reducir el aparato burocrĆ”tico y mayor presencia de los polĆticos. Sin embargo, cuando aumentó el nĆŗmero de refugiados a mediados de los 1980 se le dio mayor prominencia al discurso polĆtico anti-inmigración: la campaƱa anti-inmigración comenzó en 1987, y fue objeto de debate al interior de la organización sobre si debĆan o no catalogarse como un partido anti-inmigración.
Con respecto a la Unión Europea, la postura del FrP consiste en volver a la unión a un acuerdo primordialmente económico, como era pre Tratado de Maastricht. Este euroescepticismo se ha manifestado tanto en el DF danĆ©s como el SD sueco, empero el FrP fue el que mĆ”s se ha enfocado en este punto, ademĆ”s de la ideologĆa anti-inmigración (Grabow y Hartleb, 2013).
La llegada del COVID-19
Los Estados de Europa del Norte han sido duramente afectados, al igual que el resto del plano mundial, por el advenimiento de una pandemia en el aƱo 2020. Los Estados de bienestar escandinavos son bien reconocidos alrededor del planeta y han contado con una serie de medidas protocolares para hacer frente al virus, no obstante, es llamativo el caso sueco con su postura anti-cuarentena.
El caso danĆ©s fue ejemplar. El 15 de abril se convierte en el primer paĆs europeo en comenzar a reabrir la cuarentena, con la vuelta del funcionamiento de guarderĆas, jardines de infantes y escuelas primarias. En un paĆs con 5.6 millones de habitantes, la cuarentena obligatoria previno miles de muertes. No obstante, la reapertura no fue inmediata y tambiĆ©n contó con oposición de padres de menores por retomar las clases presenciales (Infobae, 2020).
Actualmente se encuentran abiertas las cafeterĆas, restaurantes y comercios. La jornada escolar se redujo y se tomaron medidas protocolares para prevenir la propagación del virus. Se reabrieron las fronteras para brindar una ayuda al sector turĆstico, el cual se encuentra actualmente devastado a escala global; en primera instancia abrieron sus puestas a los turistas alemanes, noruegos, islandeses y finlandeses, excluyendo a su vecina Suecia por sus medidas anti-confinamiento (RFI, 2020).
Los daneses fueron ālos primeros en cerrar, primeros en abrir y sin pelearseā (El Confidencial, 2020). El gobierno socialdemócrata tomó medidas drĆ”sticas de confinamiento el 11 de marzo, dos semanas despuĆ©s del primer contagio: se cerraron centros educativos, culturales y deportivos; bares y restaurantes; se prohibieron las reuniones de mĆ”s de 10 personas; se incentivó el teletrabajo. Dos dĆas despuĆ©s, cierra sus fronteras. Desde mediados de mayo ofrecen a todos los adultos del paĆs hacerse un test de detección del virus. Se destaca que el Ejecutivo gobierna en minorĆa y por lo tanto ha necesitado negociar cada medida a tomar, pero lo ha logrado sin mayores dificultades, por ejemplo con la ley de emergencia āque otorgaba poderes mayores al Ejecutivo-, y el plan de rescate a las empresas.
Abandonaron su escepticismo inicial a las mascarillas por temor a una segunda oleada de contagios, y ahora es obligatorio llevarla en transporte público. Se espera que Noruega haga lo mismo, mientras que Suecia se niega a promover el uso de mascarillas (El Periódico, 2020).
La primera ministra noruega, Erna Solberg, reconoció haberse excedido con medidas demasiado estrictas frente a la pandemia por temor a que en su paĆs sucediera lo mismo que en otras naciones europeas. Ahora deciden abrir sus fronteras, excluyendo a Suecia. El modelo noruego de enfrentar la pandemia fue bien documentado y elogiado por polĆticos como el presidente argentino Alberto FernĆ”ndez (El PaĆs, 2020; Voy de Viaje, 2020).
A diferencia de sus vecinos, los suecos se negaron al cierre de tiendas, establecimientos educativos, restaurantes, entre otros. No estaban dispuestos a enfrentarse a una crisis económica como consecuencia de una cuarentena estricta, segĆŗn sus argumentos, y confiaron en la responsabilidad individual de cada ciudadano. Esta actitud, aprobada por los epidemiólogos nacionales, fue ampliamente criticada a nivel global (Hipertextual, 2020). La economĆa, dependiente de las exportaciones, fue gravemente golpeada al depender del extranjero, ya que muchos paĆses adoptaron medidas mĆ”s proteccionistas frente a la crisis (Perfil, 2020).
El epidemiólogo Tegnell seƱaló que āestamos muy confiados de que nuestra inmunidad es mĆ”s alta que la de cualquier otro paĆs nórdicoā, y que āel mayor nivel de inmunidad estĆ” contribuyendo a disminuir los nĆŗmeros de pacientes que necesitan hospitalización, al igual que las muertes diariasā. Asimismo Tegnell dijo que las infecciones en Suecia habĆan llegado a su pico y que actualmente estaban declinando, lo cual fue comprobado por Times (La Tercera, 2020).
MĆ”s allĆ” de los argumentos de especialistas locales, es cierto que Suecia tiene una tasa de mortalidad notablemente mĆ”s alta que la de sus paĆses vecinos (Data Noticias, 2020).
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