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Son derechos, no privilegios

Made in Dagenham (Nigel Cole, 2010)

Por Aldana Prestera - Miembro del área de estudios de Género



Los primeros minutos de esta historia invitan a adentrarse al clima de la época; en imágenes de tonos sepia, es posible ver la atmósfera de los años 60. También, se ven las 187 trabajadoras de la automotriz Ford, sofocadas por el calor intenso del verano inglés de 1968. Son costureras hacinadas en un galpón deplorable, bajo pésimas condiciones laborales y cansadas de la desidia de sus empleadores. Así comienza Made in Dagenham, (o “Mujeres que hicieron historia” en español). La película es, sin duda alguna, una excelente recreación de un hecho histórico que cambió la vida de las mujeres.


La historia cuenta la lucha que llevó adelante Rita O´Grady (encarnada por la actriz nominada al Óscar, Sally Hawkins) y las demás costureras, todas trabajadoras de la planta automotriz en Dagenham, a las afueras de Londres. Rita pasa de ser una simple trabajadora a ser una líder. Transforma la indignación en movilización, buscando un mejor futuro y anhelando acabar con prácticas laborales desiguales para ella, para sus compañeras y para todas las mujeres.


Pero ¿cuál era el reclamo específico? En realidad, el trasfondo del conflicto fue mucho más profundo de lo relatado en la película. En esa época, la Comisión Real de Sindicatos y Asociaciones de Empleadores del Reino Unido realizó una investigación sobre las relaciones en el mundo del trabajo, y el documento resultante se conoce como “Informe Donovan”, (se llamó así por Lord Donovan, responsable de llevar adelante el estudio). En él, se expuso la creciente conflictividad entre el empresariado y la clase trabajadora inglesa, así como la extensión de las huelgas por todo el país. A pesar de la delicada situación, el “Informe Donovan” recomendaba trabajar con el poder sindical y no destruirlo. Principalmente fue el Partido Laborista, en el poder en aquel entonces, el que se propuso construir lazos con los delegados sindicales. Las concesiones, se dieron en base a acuerdos constitucionales de pagos y reuniones conjuntas en los lugares de trabajo.


En este contexto, en 1967 surge una propuesta salarial entre la dirección de la subsidiaria de Ford en el Reino Unido y los sindicatos. Fue un acuerdo, propuesto por dos años, que introdujo una compleja estructura de clasificación de los trabajos y que prescindía del pago salarial “personalizado y práctico” instaurado hasta ese momento. Con dicha reforma, se introdujeron también tarifas estándares relacionadas con la productividad y la modernización que implicaban las tareas laborales (Cohen, 2012, pp. 51-52). Pero a diferencia de lo que Ford esperaba, la reforma trajo mayor conflictividad que se generalizó en todos los trabajadores. En la película, Rita y sus compañeras, congregadas alrededor de su único aliado sindicalista Albert Passingham, (interpretado por el fallecido actor Bob Hoskins), hablan brevemente sobre la reclasificación de su trabajo a “no calificado” y la prohibición de hacer horas extras. Como resultado, deciden ir a huelga por 24 horas.


En un primer momento, el reclamo fue uno más entre muchos. Así ocurrió en la realidad y así lo demuestra la película, con frases como: << Sólo hablaran los hombres >> o << Rita, no dejes que te seduzcan, déjamelo a mi >>. La cuestión de género no estaba involucrada, estaba más bien invisibilizada. Sin embargo, una vez que la protagonista impone su voz, el conflicto cambia de matiz. Para comprenderlo con mayor detalle, es pertinente introducir el concepto de economía feminista, una corriente de pensamiento que enfatiza las relaciones de género a fin de explicar el funcionamiento de la economía. Diferencia la posición de hombres y mujeres como agentes económicos y sujetos de políticas económicas, y denuncia el sesgo androcéntrico del pensamiento económico clásico, que atribuye características universales al homo economicus pero que no son más que características propias del hombre blanco, adulto, heterosexual, sano y de ingresos medios (Rodríguez Enríquez, 2015, p. 32).


Esta corriente surge del cuestionamiento al sistema capitalista. Nace del entrelazamiento del feminismo y la economía, pretendiendo desarticular las construcciones sociales del género. Dichos preceptos no solo afectan a las mujeres, ligándolas con lo maternal; lo sensible; la sumisión; el hogar y otras ideas arraigadas, sino que también afecta a los hombres, a quienes usualmente se los asimila con el poder; el mercado; la fuerza, etc. Asociaciones que traen consigo desigualdad e inequidad, especialmente para las mujeres (Esquivel, 2016, p. 104). Como menciona D´Alessandro (2016) existe “un silencio estremecedor sobre una desigualdad que subyace al resto de las desigualdades.” Así surge una pregunta central que aún carece de respuesta: ¿podemos aspirar a un mundo igualitario cuando no reconocemos las diferencias económicas, innegables, entre hombres y mujeres? (pp.8-9). A continuación, se exponen datos cuantitativos que ayudan a una mejor comprensión de esta desigualdad estructural generalizada que se encuentra en todo el mundo:

  • Según estimó la Organización de Naciones Unidas, a nivel mundial, las mujeres ganan 77 céntimos por cada dólar que ganan los hombres. A este ritmo, la brecha salarial tomará unos 70 años en cerrarse.

  • Las mujeres suelen estar concentradas en empleos menos remunerados; son más propensas a la inseguridad laboral y suelen obtener trabajos de menor cualificación. En promedio, el 23% de las mujeres alcanza escaños parlamentarios y sólo el 4% llega a puestos de liderazgo en empresas incluidas en la lista Fortune 500. Pese a estos porcentajes, las estadísticas muestran que la situación varía entre continentes y, particularmente, entre países.

  • La Organización Internacional del Trabajo estudió hasta el 2015, que las mujeres eran menos propensas a ser empleadas. Según determinó la organización, en Argentina, 44,4% de las mujeres se encontraban empleadas. En hombres, el porcentaje ascendía a un 70.3%.

Considerando lo formulado anteriormente, ¿cuáles son los aportes más influyentes de la economía feminista? Por un lado, el estudio de la participación económica de las mujeres y el relevo de los mecanismos de discriminación que sufren en el mercado laboral (Rodríguez Enríquez, 2015, p. 34). En la película, el tiempo de conflicto se representa de manera acotada. Mientras que, la dirigencia de Ford estuvo más de nueves meses sin brindar una respuesta a las costureras de Dagenham. Ellas reconocieron que, si los reclamos hubieran sido por parte de trabajadores masculinos, la dilatación del conflicto no habría sido tan extensa. Por tanto, se entiende que la negativa de la dirigencia a escuchar los reclamos y proponer una pronta solución fue una discriminación contra las costureras y que tal acción, suscitó sólo por el hecho de que fueran mujeres (Cohen, 2012, p. 53).


Debido a la falta de respuesta, tanto Rita como las demás costureras se presentaron en varias plantas de Ford del país para exponer sus demandas y procurar más apoyos. Este hecho, efectivamente ocurrió en el momento, dando como resultado que 180 trabajadoras de la planta ubicada en Halewood (al sureste de Liverpool), se unieron a sus camaradas de Dagenham. En número, la huelga era pequeña, no eran más de 400 personas manifestándose. Sin embargo, el impacto en la producción de cubreasientos fue inevitable, provocando un detenimiento en la línea de producción de los autos (Cohen, 2012, p. 54).


Es importante destacar que esta forma de protesta pretendió implementarse en el pasado reciente. Sin ir más lejos, en la última “celebración” del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo de 2019), más de 100 mil personas se congregaron frente al Congreso de la Nación Argentina. Entre las diversas consignas que llevó adelante la manifestación, las más vinculadas con el mundo del trabajo fueron “parar” porque las mujeres reciben menor salario que los hombres; porque sin mujeres, la economía no funcionaría; porque las mujeres enfrentan las tasas de desempleos más altas; porque las mujeres reciben menos cuantía en jubilaciones y pensiones; cuentan con menos propiedades y riquezas, entre otras razones.


Volviendo al film, a raíz del rally de las costureras y el paro en la línea de producción, muchos esposos como Eddie O´ Grady quedaron sin posibilidad de continuar trabajando. Por esta situación y por necesidad de atención, Eddie comienza a ocuparse de las tareas del hogar y del cuidado de sus niños. Pero ni Eddie ni los demás hombres están a gusto con la situación.

La economía feminista se ocupa de debatir el nudo reproducción/producción. Y a partir de esta concepción, se discuten y desarrollan nuevos conceptos relacionados con el trabajo doméstico no remunerado; la división sexual del trabajo; la organización social del cuidado y la economía del cuidado. Esta corriente de pensamiento demostró la necesidad de visibilizar el rol del trabajo doméstico como un proceso de acumulación capitalista y explotación por parte de empleadores y “maridos” (Rodríguez Enríquez, 2015, p. 35). Desde la década del 60, las mujeres han salido de los hogares para insertarse en el mundo laboral: solo 2 de cada 10 trabajaba fuera del hogar. Pero en la actualidad, son 7 de cada 10 mujeres. La independencia de las mujeres es una moneda de dos caras: por un lado, son más mujeres universitarias y graduadas las que están listas para entrar en el mundo del trabajo.


Pero, por otro lado, la habilidad u obligación (depende de cómo se lo observe) del multitasking, ha condenado a las mujeres a su propia sobreexplotación y al empobrecimiento de su vida cotidiana (D ´Alessandro, 2016, p. 11). En datos del INDEC hasta el 2014, estimaron que el 74,4% de la población argentina realiza trabajo doméstico no remunerado. El 76% de esta población está conformada por mujeres mientras que sólo el 24% está compuesta por hombres. Además, en promedio, las mujeres dedican 2,5 horas más que los hombres a esta actividad. Como bien se expone, la desigual distribución por sexo del trabajo doméstico evidencia la persistencia de modelos culturales y estereotipos de género que le asignan a la mujer un rol predominante en esta tarea. Por último, el trabajo doméstico no remunerado compone entre un 10% a un 30% del producto bruto interno (PIB) de las economías. Un sector que, en algunos casos, contribuiría más que el comercio, el transporte o la industria.


Hacia el final de la película, la disputa por “pago igualitario” continúa representándose como una lucha llevada primordialmente por las costureras. Asimismo, cabe destacar que, mientras Rita brinda un profundo discurso a los hombres de los sindicatos para exponer los motivos de su lucha, lo que ocurrió realmente fue que sólo el Sindicato Amalgamado de Trabajadores de la Ingeniería y la Fundición (AEF) reconoció que la lucha por el “pago igualitario” era genuinamente una pelea librada por y para las mujeres. Los demás, se apropiaron de la disputa como una cuestión meramente sindical entre hombres. Los altos rangos del sindicalismo inglés consideraron las demandas de las costureras como poco robusto. Ciertamente, si las exigencias de las costureras hubieran contado con un real apoyo de los sindicalistas, la presión sobre el gobierno habría sido mucho más fuerte y se habría obtenido mejores beneficios en la Equal Act Pay (Cohen, 2012, pp. 58-59).


Referencias

  1. Licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE). Maestranda en Política y Economía Internacionales (UdeSA)

  2. “Brecha salarial”, ONU Mujeres. Información obtenida de https://interactive.unwomen.org/multimedia/infographic/changingworldofwork/es/index.html

  3. “Segregación ocupacional”, ONU Mujeres. Información obtenida de https://interactive.unwomen.org/multimedia/infographic/changingworldofwork/es/index.html

  4. “Map. Explore the gender labor gap around the world”. Organización Internacional del Trabajo. Información obtenida de https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/multimedia/maps-and-charts/enhanced/WCMS_458201/lang--es/index.htm

  5. Encuesta sobre Trabajo no Remunerativo y uso del tiempo. Resultados preliminares. Tercer trimestre de 2013. INDEC. Información obtenida de: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/nota_tnr_04_14.pdf

  6. “Trabajo no remunerado”. ONU Mujeres. Información obtenida de https://interactive.unwomen.org/multimedia/infographic/changingworldofwork/es/index.html

Bibliografía

  • Cohen, S. (2012). Equal pay – or what? Economics, politics and the 1968 Ford sewing machinists’ strike, Labor History, 53:1, 51-68, DOI: 10.1080/0023656X.2012.650431

  • D´Alessandro, M. (2016). Economía feminista. Cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour). Sudamericana.

  • Esquivel, V. (2016). La economía feminista en América Latina. Nueva Sociedad, N°265, 103-116.

  • Rodríguez Enríquez, C. (2015). Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad. Nueva Sociedad, N° 256, 30-44.

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