Por Melina Morales Sumay, colaboradora del Observatorio de Política Internacional
Suecia se ha visto en los últimos años, presionado por la llegada masiva de refugiados a su país como consecuencia del aumento de la conflictividad en Medio Oriente, dando lugar así a una crisis migratoria hacia dentro de la Unión Europea. Esta situación se aceleró en el año 2015 con la llegada de 911.000 refugiados provenientes en su mayoría de Siria, Afganistán e Irak, hacia las costas europeas.
Frente a este hecho, Suecia mantuvo una política favorable a la llegada de estos migrantes a su país, proporcionándoles acceso a una serie de programas de orientación para el empleo –programas de aprendizaje para que los refugiados cualificados sean incorporados al mercado laboral de manera formal, por parte de una empresa o de manera independiente- y cursos de capacitación del idioma sueco, con el objetivo de reducir el desempleo y acercarles así, distintas herramientas para lograr de manera exitosa su incorporación e integración dentro de la sociedad.
De hecho, Suecia fue uno de los principales países de destino de la Unión Europea (UE) para aquellos que buscaban protección, y fueron casi 163.000 personas las solicitantes de asilo desde 2015. Esto fue así debido a que, durante muchos años, Suecia ha mantenido una de las tasas de protección más altas de toda Europa, ya que, a los beneficiarios de protección subsidiaria y a los refugiados, se les garantizaba la residencia permanente. Por su parte, los solicitantes de asilo, contaban con acceso al mercado laboral de manera directa luego de presentar su solicitud, y los estándares de alojamiento durante este proceso, se encontraban en óptimas condiciones.
Pero fue en noviembre de 2015, cuando el gobierno sueco dio un giro radical en sus políticas llevadas a cabo anteriormente, ordenando en primer lugar, el cierre de la frontera entre Dinamarca y Suecia, control que había sido eliminado a través del Acuerdo Schengen, debido a la escalada de violencia y criminalidad en la que se vieron sumidos ambos países, y además, para impedir la llegada de un mayor volumen de refugiados.
Desde enero de 2016, ya no se les permite a las compañías de autobuses, ferrys y trenes, el transporte de pasajeros sin documentos de identidad procedentes tanto de Alemania como Dinamarca. Por otra parte, en cuanto al asilo político, éste dejó de ser un derecho de protección permanente, pasando a ser un permiso de residencia temporal por dos años.
Toda esta serie de medidas, evidenció la imposibilidad del país por seguir acogiendo refugiados de la misma manera en la que lo venía haciendo. Como consecuencia del arribo masivo de solicitantes de asilo, refugiados y desplazados internos, la capacidad de absorción e integración de los mismos en la sociedad sueca, llegó a un punto de inflexión, generando de esta manera, situaciones de aislamiento y vulnerabilidad para estas personas. El país ya no pudo garantizarles el acceso a un alojamiento, y además de ello, los municipios se vieron incapaces de proveerles de servicios sociales y escolarización como la ley lo exigía.
Dentro de este contexto, Suecia es protagonista desde el año 2015, de un aumento sustancial en la tasa de criminalidad y violencia. Una gran variedad de informes, atribuye esta situación a una falla en la integración social de los mismos, como lo es el bajo porcentaje de incorporación exitosa al mercado laboral, situaciones de marginación y alienación.
Una de las cuestiones, es que la industria sueca se encuentra altamente especializada, y exige entonces, estándares elevados de formación para trabajar. Además, la cuestión del idioma también constituye una barrera, ya que es necesario dominar el sueco para ingresar al mercado laboral formal. Por otra parte, estos grupos de refugiados se asientan en su mayoría, en la ciudad de Malmö, precisamente en Rosengård, área denominada como “zona de alta peligrosidad”, donde a menudo hay tiroteos, episodios de violencia sexual crecientes, explosiones, narcotráfico y grupos de pandillas.
El Servicio de Seguridad Sueco advirtió que el país se está viendo infiltrado también, por islámicos que comparten ideología con ISIS, y es justamente en ciudades como Malmö, donde la ley sueca ha sido reemplazada por una mezcla entre códigos de pandillas de inmigrantes, y la sharia. La policía por su parte, se encuentra enfrentando niveles de ataques sin precedentes, y en los cuales el Estado ve la pérdida de su poder de policía en cada vez más regiones de Suecia.
A raíz de esta problemática en la integración de los refugiados en la sociedad, se dio el surgimiento del partido de extrema derecha, conocido como Demócratas de Suecia (SD), cuyo principal objetivo, al igual que los demás partidos de extrema derecha europeos, es retringir la política migratoria del país, desalentar el islamismo, pruebas de lenguaje y de cultura más exigentes para las personas que solicitan la ciudadanía, siendo concedida a aquellos con carácter impecable y defender la identidad nacional sueca como prioridad, además de un discurso marcadamente de tinte nacionalista.
Oscar Sjöstedt, parlamentario perteneciente a este mismo partido, se mostró reticente a la cuestión y alegó que “el sistema sueco no está pensado para recibir grandes oleadas de refugiados.” Frente a esta coyuntura, resulta de especial importancia que Suecia equilibre y ordene su situación respecto a la cantidad de refugiados que habitan en el país, antes de seguir permitiendo la llegada de un mayor número de personas, si es que quiere lograr una completa integración de los mismos ya sea dentro del mercado laboral, como el acceso a viviendas, escolarización y el otorgamiento de solicitudes de asilo.
Este reordenamiento interno, conjuntamente con una flexibilización en el acceso de los refugiados y migrantes al ámbito laboral, permitirá a Suecia, ver disminuida su tasa de criminalidad y desempleo. Además, evitará el incremento de grupos xenófobos y todo tipo de discriminación racial, desalentando tensiones en la sociedad, y el miedo hacia la llegada de refugiados. Referencias bibliográficas: [1] Quirós, L. (2012). Musulmanes en Europa: ¿la islamofobia desafía la tolerancia liberal? [2] Spindler, W. (2015). 2015: El año de la crisis de refugiados en Europa. [3] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-50409481 [4] https://www.amnesty.org/es/latest/campaigns/2015/10/eight-solutions-world-refugee-crisis/ [5] Avendal, C.; Montesino, N. (2018). Ruptura y sufrimiento social. La llegada de refugiados a Suecia desde la perspectiva de estudiantes de trabajo social. Trabajo social global-global social work, Vol. 8, n°15, julio-diciembre 2018. [6] https://www.infobae.com/america/mundo/2017/06/29/estocolmo-la-primera-capital-europea-donde-se-impone-la-sharia/
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