El silencioso drama del desplazamiento interno
- UBA Centro de Estudios de Política Internacional
- 29 jun
- 2 Min. de lectura
Por Iñaki Reche, Periodista (Tea&Deportea). Licenciado en Ciencia Política (Saginaw Valley State University) y Relaciones Internacionales (UADE). Colaborador del Observatorio de Defensa y Seguridad Internacional (CEPI - UBA).

En 2024, 83,4 millones de personas vivían en situación de desplazamiento interno, la cifra más alta desde que se tienen registros. Esta crisis, muchas veces invisibilizada por los grandes portales de noticias, atraviesa las vidas de comunidades enteras que no cruzan fronteras, pero que pierden hogares, redes y medios de subsistencia.
Los datos del Global Report on Internal Displacement del IDMC muestran dos motores principales del fenómeno: conflictos armados y desastres asociados al clima. El primero explica gran parte del aumento reciente. Solo en Sudán, la guerra civil empujó a más de 11 millones de personas a desplazarse dentro del país, convirtiéndolo en el epicentro del desplazamiento interno mundial. Dinámicas similares se observan en la República Democrática del Congo, Gaza, Líbano y Ucrania, donde familias enteras huyen con lo indispensable, sin certeza de retorno.
El segundo motor, el climático, se intensifica año tras año. Sequías prolongadas, inundaciones y tormentas extremas provocaron 45,8 millones de nuevos desplazamientos en 2024, el máximo histórico. Si bien muchas evacuaciones son temporales, un número creciente de personas no tiene hogar al cual regresar debido a la destrucción o a la repetición de eventos extremos. En Estados Unidos, los huracanes Helene y Milton, sumados a incendios forestales récord, generaron 11 millones de movimientos internos, el valor más alto para un solo país.
Un limbo jurídico persistente
Al no cruzar fronteras, estas personas no reciben la condición de refugiadas según la Convención de 1951; quedan, en consecuencia, sin el paraguas de protección internacional que esa figura asegura. El acceso a ayuda humanitaria, documentación y programas de reintegración depende exclusivamente de la capacidad —a menudo limitada— de los Estados afectados.
América Latina no es ajena
Colombia continúa liderando las estadísticas regionales de desplazamiento interno, pese al Acuerdo de Paz de 2016. Persisten disputas por tierra, presencia de grupos armados y economías ilícitas que, combinadas, expulsan poblaciones rurales enteras. En Centroamérica, la violencia criminal y la degradación ambiental agravan escenarios similares.
Hacia soluciones duraderas
El IDMC subraya que los Estados deben adoptar políticas públicas inclusivas, incorporar la gestión del riesgo climático en la planificación territorial y garantizar la restitución de derechos de las comunidades desplazadas. Las agencias internacionales, por su parte, necesitan coordinar acciones de asistencia inmediata con estrategias de desarrollo de largo plazo para evitar ciclos de desplazamiento recurrente.
Mientras tanto, millones de personas desplazadas siguen esperando que su historia sea escuchada y atendida.
Yorumlar