Por Agustín Fernández Righi, integrante del Observatorio de Política Internacional
La naturaleza geoestratégica del Ártico es cada año más inescapable, y la Unión Europea pretende jugar un papel de mayor peso en la región
No es nuevo oír hablar de un orden internacional cambiante –no ‘cambiado’, ya que no nos ponemos de acuerdo completamente en qué se ha convertido, por lo que nos conformamos con resaltar que ya no es el mismo que antes-, en el cual comienzan a ganar importancias temáticas relativas a la seguridad, defensa y proteccionismo a costas de la cooperación y la apertura económica.
Por supuesto, en realidad este cambio remite a la preeminencia que ciertos temas tienen o han dejado de tener en el discurso de los actores internacionales y en las agendas abordadas en reuniones, cumbres, estrategias y documentos oficiales, debido a que ninguna de las áreas temáticas anteriores ha desaparecido en algún momento. De todas formas, es innegable que en los últimos años el tono de las relaciones internacionales ha cambiado. Desde hace cuánto se puede notar dicho cambio depende de la región y del analista, pero no caben dudas de que el escenario internacional ya no es el mismo que el de la inmediata post-Guerra Fría, cuando se pronosticaba un largo período de capitalismo laissez faire, democracias liberales consolidadas (ya fuera à la Washington o à la Londres) y de multilateralismo universal en la arena internacional.
El giro geoestratégico de la Unión Europea (UE)
En definitiva, presenciamos actualmente una revitalización de la geoestrategia, tanto en su versión clásica de geopolítica como en la más nueva geoeconomía, como dimensión central en las estrategias de los actores internacionales. Quizás una buena representación de este fenómeno sea el nuevo perfil internacional que la Unión Europea (como organización, no sólo por parte de sus miembros) intenta crearse para sí misma. Como dijo la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en 2019 cuando se comprometió a liderar una Comisión ‘geopolítica’, “Europa debe aprender el lenguaje del poder” (Paul, 2021).
Siguiendo este lineamiento, la UE busca presentarse como un actor más geopolítico en la arena internacional. Esto debe entenderse como una búsqueda de proyectarse internacionalmente con un enfoque más centrado en el poder relativo con otros actores, idealmente balanceando entre un Estados Unidos debilitado, una China cada vez más emergente y una Rusia que es, a veces, agresiva y foránea y en otros un socio indispensable.
Sin embargo, la manera en que el bloque europeo persigue este objetivo está condicionado por sus capacidades, limitadas debido a las diferencias de intereses entre sus miembros (que impiden por momentos una política externa uniforme) y la inexistencia de unas fuerzas armadas unificadas, que permita la delimitación de una estrategia europea completa en los ámbitos de seguridad y defensa internacionales. A todo esto, debe agregarse su posición intermedia entre Estados Unidos y China, y las dicotomías que esta acarrea en la política internacional. Es por esto que quizá el accionar europeo actual deba entenderse, mejor, en el plano geo-económico, ya que este tipo de acciones permite a Europa mantener una posición de ‘acomodación selectiva’, con visibilidad encubierta y de baja percepción de amenaza por parte de otros actores, en oposición a la confrontación y exposición que la geopolítica conlleva (Wigell y Vihma, 2016).
El Ártico en el nuevo escenario internacional
El caso de la región más septentrional del planeta es una buena ilustración de estas modificaciones mencionadas más arriba, en combinación con otra temática de cada vez mayor peso en la agenda internacional: el cambio climático. El aumento paulatino de la temperatura durante el verano boreal se traduce en una mayor extensión de aguas libres de hielo, abriéndolas a la explotación pesquera, la exploración de hidrocarburos y, en un plazo de tiempo mayor, posibles nuevas rutas comerciales.
En conjugación con el nuevo peso de la geopolítica, esta apertura ártica no ha pasado desapercibida por los principales actores involucrados en la región –que son, a su vez, muchas de las principales potencias. Así, en los últimos años, muchos de estos países han desarrollado estrategias nuevas para el ártico, tanto a nivel nacional como en distintos departamentos o ministerios. En 2019, la Marina y Guardia Costera de Estados Unidos (y el Pentágono), publicaron nuevas estrategias para la región, así como Francia, Alemania y Canadá. Les siguieron la Fuerza Aérea estadounidense, Rusia, Suecia, Noruega y Polonia en 2020 (Paul, 2021).
La cantidad de nuevas o revisadas estrategias no es lo único interesante, sino también el cambio en contenido. Indefectiblemente, todas incluyen preocupaciones en el ámbito de la seguridad –esto es, en términos militares. Si bien todos reconocen que la probabilidad de conflicto es “baja”, el hecho de que el tema se incluya ya es indicativo de cambios, y que estos no se deben sólo a una reacción al accionar militar ruso en la región (Paul, 2021).
La UE en el Ártico
La Unión Europea también se ha sumado a la lista de actores internacionales con nuevas estrategias para el Ártico, cuando el líder de la diplomacia europea, Josep Borrell, comunicó este mes ante el Parlamento Europeo, el Consejo y los comités económico y social y de las regiones, los lineamientos de la nueva estrategia europea para la región llamando a “un compromiso más fuerte por parte de la UE con el Ártico para asegurar su desarrollo sustentable, próspero y pacífico” (Comisión Europea, 2021).
Analizando dicha estrategia, podemos notar que la UE no se ha quedado atrás respecto a los demás, tomando nota del giro geoestretégico que ha tomado la región, y es en este sentido que debe interpretarse, si bien recordando el primer apartado supra, sobre la tendencia geo-económica del accionar de la UE.
Así, la UE se reconoce como un actor geopolítico en el Ártico y su necesidad de intervenir activamente en la naturaleza de éste en el escenario internacional. Sin embargo, también reconoce sus limitaciones en cuanto al accionar geopolítico, enfatizando su rol como principal actor económico. Por lo tanto, no sorprende que defina la necesidad de abordar la región como una necesidad geopolítica, pero a las acciones a tomar en términos de valores y principios, el respeto a la ley, sobre todo la internacional, el desarrollo sostenible y el multilateralismo basado en reglas (Comisión Europea, 2021).
La nueva estrategia ártica europea, a su vez, reconoce los nuevos desarrollos militares en la región, pero en línea con las limitaciones de la UE para actuar en dicho plano, se compromete a mantenerse alerta en cuanto al tema, con visión hacia nuevos desarrollos futuros. Es en el ámbito de la cooperación económica y técnica (como instrumentos geo-económicos) donde podemos ver un compromiso a una estrategia más activa. Así, la UE reconoce que la región le es importante más allá de la importancia que tenga para los países árticos, ya que los efectos del cambio climático, la explotación económica y su posición geoestratégica “se extienden más allá de dichos países” (Comisión Europea, 2021). El bloque europeo, siguiendo esta estrategia, procurará evitar que se exploren exploten hidrocarburos en la región (en línea con su política de transición energética), a la vez que buscará intensificar su lazo económico con ésta, con el fin de asegurarse acceso a las abundantes tierras raras (conjunto de minerales de gran importancia en las tecnologías actuales), ya que las reservas ambientales europeas no se extienden a la minería en la región.
En este sentido, es notable el anuncio en la nueva estrategia que se abrirá una nueva oficina de la Comisión Europea en Groenlandia (territorio dependiente de Dinamarca pero que no es parte la UE), esencialmente elevando la política exterior europea en el Ártico directamente (Comisión Europea, 2021).
Conclusión
El escenario internacional ha cambiado, y la región del Ártico no sólo no es una excepción, sino que quizás sea uno de sus mejores ejemplos. De igual manera, el perfil internacional de la Unión Europea está cambiando, y su nueva estrategia para el Ártico lo demuestra. Sin embargo, debido a las limitaciones del accionar de este bloque regional en el plano de la geopolítica, sus nuevas acciones tienen un carácter geoeconómico. El tiempo dirá si será suficiente, o si veremos un mayor giro hacia el accionar más geopolítico.
Bibliografía
Comisión Europea. (2021). Joint Communication on a stronger EU engagement for a peaceful, sustainable and prosperous Arctic. EEAS Press Team. En: https://eeas.europa.eu/sites/default/files/2_en_act_part1_v7.pdf
Paul. M. (2021). A New Arctic Strategy for the EU. Stiftung Wissenschaft und Politik. German Institute for International and Security Affairs. En: https://www.swp-berlin.org/10.18449/2021C17/
Wigell, M. y Vihma, A. (2016). Geopolitics vs geoeconomics: the case of Russia’s geoestrategy and its effects in the EU. International Affairs 92 (3), 605-627.
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