Por Celine Potetti Vallejos, Miembro del Observatorio De Asuntos Humanitarios.

Han transcurrido 10 años desde aquel 15 de marzo del 2011 que dio lugar a un conflicto armado generado por la feroz represión que lanzó el gobierno de Bachar Al Assad antes las protestas, enmarcadas en la primavera árabe, contra su régimen. Hoy es posible observar como la persistencia del conflicto afecta la vida de la población y en especial ha perjudicado a un sector vulnerable como son los niños y adolescentes que en plena etapa de formación y desarrollo no pueden concurrir a los centros educativos y por ende enfrentan un futuro complejo.
La Primavera Árabe, el origen del conflicto
En los inicios del siglo XXI, las duras condiciones de vida impuestas por regímenes corruptos y autoritarios, la represión y la irrupción de grupos islamistas fueron el detonante de una serie de movimientos conocidos con el nombre de Primavera Árabe que provocaron reacciones diversas en los estados en los que se llevaron a cabo. El 17 de diciembre de 2010, Túnez fue el primer país donde el régimen de Ben Ali se vio vulnerado por los levantamientos. En consecuencia, no tardó en estallar la revolución en Egipto frente al dirigente Mubarak, en Libia contra el régimen de libio Gadafi y otros estados árabes que inspirados por los nuevos movimientos sociales de sus países vecinos, decidieron alzar la voz.
Siria no fue ajena a la situación que atravesaban los países circundantes y a los reclamos pro-democráticos de los mismos. En consecuencia el primer foco de protestas surgió en la ciudad de Deera, en febrero del 2011, cuando unos niños pintaron en las paredes de su escuela el lema: “Dr. eres el siguiente”, refiriéndose al presidente Bashar Al Assad, ya que previo a su carrera política había realizado estudios en Inglaterra sobre ontología. Los responsables, no solo fueron encarcelados sino también torturados y generó la respuesta de sus familiares acompañados de la gran mayoría de los habitantes de la ciudad de Deera.
A partir de ese momento las ciudades de Damasco, Alepo, Homs, Hama, realizaron manifestaciones en señal de apoyo quienes reclamaban por los niños castigados apresados y a su vez pedían expresamente por el derrocamiento de Bashar Al Assad y una apertura hacia un régimen democrático. La represión desenfrenada por la que optó el gobierno, lejos de apaciguar el conflicto, provocó que se extendiera a todo el país y que gran parte de la sociedad civil y algunos sectores del Ejército se proveyeran de armas. El caso más representativo es el del grupo armado de la revolución, liderado por Riyad al-Asad que desertó del ejército regular para conformar el Ejército Libre Sirio que en un primer momento representaba la defensa y protección del pueblo ante los ataques del régimen. A este grupo se agregaron otros opositores al Gobierno como el Frente Islámico Sirio y grupos yihadistas vinculados a Al-Qaeda.
De esa forma se generó un espiral de violencia que desembocó en una brutal y sangrienta guerra civil que aún se encuentra vigente. Un conflicto armado caracterizado por infracciones frecuentes del derecho internacional humanitario: sitios, bloqueos, ataques desproporcionados en zonas urbanas y ataques contra civiles y servicios como ambulancias, abastecimiento de agua y mercados. (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2018).
La educación como derecho humano
La educación es un derecho humano que corresponde a toda la población mundial por el simple hecho de ser persona, sin distinciones por raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus representantes legales (UDHHRR). Ha sido reconocido por La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada en 1948, que proclama en su artículo 26 que "Toda persona tiene derecho a la educación". A su vez asegura que esta, tiene el fin de lograr el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.
El reconocimiento de la educación como un derecho universal se traduce en la necesidad de que el Estado proteja, controle y coordine recursos que permitan garantizar el sistema educativo a toda la población. Empero el cumplimiento de este derecho fundamental se encuentra paralizado hace 10 años en la República Árabe de Siria desde que ha estallado el conflicto armado dentro del territorio. Como consecuencia, la crisis humanitaria que atraviesa el país, ha impactado de forma indiscriminada en la población provocando una gran cantidad de fallecidos, desplazados, refugiados, desaparecidos y violaciones, viéndose especialmente perjudicados niños y adolescentes que frente al conflicto armado se encuentran en una situación de vulnerabilidad dada su falta de experiencia e inmadurez.
La guerra afecta a los niños en todos los ámbitos de su vida: psicológico, físico e intelectual, ellos afrontan diariamente problemas de todo tipo, mueren asesinados, sufren mutilaciones, quedan huérfanos, han visto morir a sus amigos y familiares o cómo éstos eran enterrados por los escombros de sus casas. Han visto cómo destruyen sus escuelas y hospitales, se les ha negado el alimento, los medicamentos y una ayuda vital” - Dra. Marcia Brophy, Asesora Técnica Senior de Save the Children en materia de Salud Mental y Apoyo Psicosocial para Oriente. En fin, ven con sus propios ojos el derrumbe de su futuro.
Como consecuencia de la ratificación de la convención de los Derechos del Niño el 18 de septiembre de 1990 (OHCHR), niños y niñas sirios menores de dieciocho años se encuentran amparados por dicho tratado. A su vez este aspecto se encuentra abarcado en la VI Convención de Ginebra relativa a la protección debida de las personas civiles en tiempo de guerra. Específicamente es el artículo 24 el que se centra en la situación de los menores y establece la obligación de que las partes en conflicto lleven a cabo las medidas que sean necesarias para recibir educación bajo cualquier circunstancia.
Si bien estos instrumentos de carácter internacional constituyen un testimonio de la existencia de un marco normativo que regula el acceso de los niños, niñas y adolescentes a la educación, evidencia también como la guerra siria ha provocado la violación constante de estas normas.
¿Una generación perdida?
En el contexto de guerra constante que atraviesa la República Arabe de Siria, niños, niñas y adolescentes se ven privados de ejercer el derecho fundamental que es la educación. Por la crítica situación de crisis se ven imposibilitados de desarrollar sus estudios en las escuelas ya sea porque han sido destruidas, dañadas, o porque están siendo utilizadas como refugios o con otros fines como los militares. Esto se vislumbra en los datos estadísticos que revelan que previo a desatarse el conflicto en el 2011, la tasa de asistencia escolar primaria se situaba en un 97%, 10 años después ronda el 6% (UNICEF).
En consecuencia, dentro de Siria, son 2,45 millones de niños y adolescentes los que no concurren a la escuela. El 6% que logra asistir a las escuelas lo hace en aulas superpobladas y edificios con sistemas inadecuados de agua y saneamiento, electricidad, calefacción y ventilación. Es por ello que en las zonas donde se vislumbra un mayor grado de violencia han sido las más perjudicadas, como es el caso de A-Raqqa, Idlib, Aleppo, Deir Ezzour, Hama, Dera’a y las zonas rurales de Damasco. En aquellos lugares donde continúan las clases, el temor de los padres ante bombardeos indiscriminados y ataques a infraestructuras de civiles provoca que sus hijos no concurran a clase.
Esta situación de crisis generó 6,6 millones de refugiados en el mundo, de los cuales 5,5 millones han solicitado protección en países vecinos como Turquía, Jordania, Líbano, Irak, Egipto y Grecia. (ACNUR, 2021) En consecuencia fuera del territorio es posible encontrar aproximadamente 750.000 niños con carácter de refugiados que se ven imposibilitados de continuar sus estudios en el país que los acoge. (UNICEF) Estos encuentran dificultades a raíz de las diferencias en los idiomas y dialectos, los planes de estudio, los limitados o inexistentes espacios de aprendizaje, la inseguridad, la pobreza y las tensiones de la comunidad.
Tras una década de conflicto armado, la decadencia del sistema educativo acrecienta la vulnerabilidad de jóvenes y niños, esto los expone ante ciertos riesgos que deben atravesar a diario y que a su vez los aleja de la escolarización. Una de las violaciones mas comunes de los derechos de los niños, moneda corriente en esta situaciones, es el trabajo infantil, donde jóvenes se ven obligados a trabajar para sobrevivir y lo hacen muchas veces en pésimas condiciones. Si bien es una problemática que ya existía en Siria previamente a la guerra, al comenzar la misma se multiplicaron los casos a raíz de la crisis generalizada que atraviesan dentro del territorio.
En el caso de las mujeres, es posible encontrar numerosos casos de matrimonio precoz, niñas jóvenes que abandonan las escuelas, se casan a temprana edad y muchas de ellas quedan embarazadas, dificultando la posibilidad de educarse. Este es un recurso al cual acceden ciertas familias que no pueden aprovisionarse de alimentos y por ello ven en el matrimonio la única salida. Pese a ser una violación del derecho humanitario internacional y consiste en una de las seis violaciones graves contra la infancia en conflictos armados, en el caso de niños varones, una práctica que se ha generalizado con el tiempo es el reclutamiento en diferentes bandos que luego se enfrentan en el conflicto o son utilizados por estos como cocineros como cocineros o limpiadores para los soldados. .
Por estos peligros que aquejan y persiguen constantemente a los jóvenes, es que se reafirma la necesidad de reactivar y reconstruir sus actividades escolares.La escuela protege física y emocionalmente a los niños, es fuente de seguridad y estabilidad además de que permite la interacción de estos con sus pares. Es por ello que la educación no puede y no debe quedar relegada a un segundo plano. Será, después del conflicto, una herramienta crucial para alcanzar la resiliencia tras 10 años de guerra, reconstruir el país más allá del aspecto estructural y económico pero sobre todas las cosas evitará considerar a estos jóvenes como una generación perdida, sin salida ni futuro.
Un balance
La guerra civil siria ha sido el acontecimiento histórico más importante durante la segunda década del siglo XXI. Durante los primeros años de contienda la problemática copó la portada de diarios e informativos alrededor de todo el mundo. Hoy, tras diez años de conflicto armado, la situación del país asiático apenas resuena en los medios. Por ello resulta fundamental informar y concientizar acerca de la catástrofe humanitaria que atraviesa la población de dicho país, haciendo especial énfasis en los niños y adolescentes que no concurren a la escuela y que por lo tanto no solo están viendo afectado su presente sino también su futuro. .
Es posible considerar que en la situación de vulnerabilidad extrema en la que se encuentra la población del país, todo movimiento y acción se limita a la supervivencia, dejando de lado la educación para un segundo plano. Empero al considerar la supervivencia de los niños y adolescentes a largo plazo reconoceremos la importancia de la educación y la necesidad de que se encuentre en un primer plano ya que brindará las herramientas que utilizarán los jóvenes en un futuro para revertir la situación crítica que debieron atravesar todos estos años.
Nelson Mandela aseguró, años atrás, que ”la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Es por ello que la educación no es tan solo una simple actividad que consiste en enseñar y aprender conceptos, es un derecho humano fundamental que promueve la dignidad humana, y el desarrollo de habilidades para pensar por uno mismo. El temor a perder una generación de niños y adolescentes hoy es una realidad en la República Arabe de Siria. Por ello la educación en este contexto de guerra es una intervención que puede salvar vidas y evitar la pérdida de una generación completa de niños, niñas y adolescentes. Es la herramienta del hoy que permitirá construir un mañana una vez restaurada la paz.
Referencias bibliográficas
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https://www.icrc.org/es/donde-trabajamos/medio-oriente/siria/guerra
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