Pablo Marcelo Longa, Miembro del Observatorio de Economía Política Internacional del CEPI UBA.
INTRODUCIÓN
El cooperativismo es un movimiento político, económico y social, que hace énfasis en los principios de igualdad y equidad. En Argentina apareció de la mano de los inmigrantes europeos a fines del Siglo XIX. Desde entonces, las experiencias se multiplicaron y, actualmente, conforman una muy rica historia de luchas, reivindicaciones y democratización del ámbito laboral.
Por otro lado, en las últimas décadas la industria del software adquirió, gracias a la propagación de internet y el avance tecnológico, un fuerte peso tanto económico como estratégico. Según datos de la CESSI (Cámara de la Industria Argentina del Software) en 2019 las empresas del sector facturaron cerca de tres mil millones de dólares.
La FACT[TIC] (Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento) agrupa a cerca de 30 cooperativas y se autodefine como un espacio de intercambio y fortalecimiento. En el marco de una investigación más amplia sobre todo lo que concierne a la llamada “economía del conocimiento”, desde el CEPI nos contactamos con la federación y concretamos una entrevista con su presidente, Leandro Monk. Este trabajo presenta un extracto de ella, con algunos comentarios pertinentes sobre los temas abordados.
ENTREVISTA
Cada vez es más utilizado el concepto de “economía del conocimiento” para referirse al sector que usa una combinación de información, saberes y creatividad para agregar valor a bienes y servicios. El avance de las ciencias y la tecnología abre la puerta a la innovación, mientras que el uso cada vez más generalizado de internet, permite su difusión y en el caso de algunos servicios, una multiplicación casi ilimitada. La aplicación de conocimiento atraviesa a todos los sectores de la economía, tanto sean las impresoras 3D que crean prótesis u órganos, como los drones usados en la agricultura para combatir plagas.
Sin embargo, no todos los países cuentan ni con los mismos recursos, ni con un idéntico nivel de desarrollo. Lo dicho lleva a que cada uno busque especializarse en alguna actividad dentro de la llamada división internacional del trabajo. La asunción de roles acentúa las disparidades entre países, que se pueden entender como una dicotomía entre un centro (desarrollado, industrial) y una periferia (de economías extractivistas).
En ese sentido: ¿Cuál es el estado actual de la industria del conocimiento en Argentina?
Leandro Monk: Antes me gustaría problematizar el concepto “industria del conocimiento”. Decir “servicios profesionales” me cierra más. Hay algo en el orden de lo creativo de todo este trabajo que choca con el concepto de industria. Es más parecido al trabajo de un artesano o un artista. Me gustaría que entre todos nos demos este debate, ¿Qué es la industria del conocimiento? ¿Es lo mismo vender tiempo de contadores que ideas, producciones o creaciones? Me parece que se está metiendo todo en una gran ensalada que es la ensalada de hacer dólares. Es la misma problemática o parecida a la sustitución de importaciones. ¿Necesitamos vender tiempo de servicios profesionales? Entonces vendemos, pero esos servicios que “sobran” en Argentina en realidad no sobran, sólo que no hay quien los pague. Todo ese valor agregado podría ser sobre el producto de Argentina, de empresas argentinas o regionales. Sin embargo, funciona como una fábrica de dólares. Entiendo que la pandemia, sumados a la histórica restricción externa como dicen los heterodoxos o el exceso de gasto público como dicen los neoliberales, generan el mismo problema, no nos alcanzan los dólares para las cosas que queremos hacer. Hoy estamos en un contexto que parecería ser “mi vida por un dólar”.
La participación en el mundo de las tecnologías de la información se da de forma desigual entre diferentes grupos sociales. Los distintos niveles de infraestructura, accesibilidad y formación generan lo que se denomina “brecha digital”. Entonces, en Argentina ¿Cómo podemos combatir la brecha digital?
Leandro Monk: Hay once millones de personas que no tienen garantizada la alimentación. ¿Brecha digital? La brecha digital es otra, la brecha alimentaria, la brecha habitacional, de la salud. Para poder hablar de eso, al cincuenta por ciento de la población la tenemos que subir. Si no, no llegan a la universidad o a la formación técnica. De cada cien chicos que ingresan al sistema de educación, solo cuatro se titulan en la universidad. Tampoco está todo bien en el sistema educativo, pero lo tenemos que defender porque hay sectores que quieren privatizarlo.
¿La educación cumple un rol clave?
Leandro Monk: Todos quieren los dólares, pero nadie quiere pagar la educación pública de la cual usufructúan esas empresas. Cerremos las universidades públicas y veamos cuántas empresas basadas en el conocimiento hay. Porque ahora todos dicen que “la inclusión es trabajo en blanco en el mundo de la tecnología”. Para que haya trabajo en blanco en el mundo de la tecnología necesitamos políticas de inclusión. No salen más tecnólogos por año, porque ya la clase media está toda alfabetizada digitalmente. Ahora, si a los “cabecita negra” no los sumamos, no hay más servicios del conocimiento.
¿Y esa inclusión cómo se logra?
Leandro Monk: Tenemos que pensar políticas escalonadas, porque se pensó que haciendo un cursito de seis meses con chicos de la Matanza alcanzaba. Pero seis meses después lo único que lográs es un grupo de chicos que se frustraron más, de ser vulnerables, de estar en la pobreza, de su formación anterior que hizo que les costara más. Todo eso es el problema de que haya industria del conocimiento.
¿Cómo surgió la idea de crear la federación?
Leandro Monk: Básicamente surge con la idea de que “no se puede ser solidario en solitario”. En ese momento existíamos algunas cooperativas, empezamos a conversar, a encontrar problemáticas comunes, necesidades comunes, ese tipo de cosas. Empezamos primero a reunirnos hasta que se dio la necesidad de formalizarlo en una federación. Actualmente mantenemos relaciones también con otras organizaciones, yo soy consejero de Cooperar (Confederación Cooperativa de la República Argentina) y también participamos de otra confederación, la CNCT (Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo). Eso formalmente, pero obviamente además nos relacionamos con todo el cooperativismo, especialmente el federado, que es más o menos la mitad del total, y en el sector de tecnología es el noventa por ciento.
En relación a las problemáticas comunes: ¿Cuáles son los objetivos de la FACT[TIC]?
Leandro Monk: Históricamente eran cuatro, ahora se sumó un quinto que es la mirada de género. Hoy tenemos mesa de género dentro de la federación, trabajamos todo el tema de la inclusión y la igualdad de derechos. La brecha de género en la tecnología es otro tema, la diferencia en porcentaje de participación es bastante importante también. Los cuatro objetivos con los que empezamos eran: 1) La problemática social de los asociados de las cooperativas de trabajo, que básicamente es el problema que tienen todos los asociados a las cooperativas de trabajo en la Argentina. El régimen de seguridad social y salud es triste, como lo es para los trabajadores independientes. En ese sentido participamos del mundo confederado porque en ese caso da lo mismo si sos programador, reciclador urbano o metalúrgico: te vas a jubilar con la mínima y vas a tener una cobertura de salud muy limitada. 2) El segundo objetivo es el tema de la formación, interna, externa, inter cooperativas. Deberíamos ser formador de formadores, pero el problema de la programación es que si los profesionales enseñan no quedan profesionales. No alcanzaría ni con que todos los que saben programar estén enseñando para cubrir a toda la población. 3) El tercer objetivo es la representación sectorial, participación en los espacios con el estado, el INAES, etc. 4) El último, al cual le damos mucha importancia, es el de la inter-cooperación. Esto incluye proyectos de trabajo entre varias cooperativas, por distintos motivos, los cuales pueden ser que no tengan determinados conocimientos o no tengan gente disponible en ese momento, o porque es un proyecto muy grande, entonces es mejor que el riesgo lo tomen entre varias cooperativas. Ahora en este mismo espacio estamos armando un fondo de financiamiento de proyectos.
Quizás marcando una diferencia con las fábricas recuperadas, que nacen como respuesta a una empresa en crisis, como una necesidad de preservar los puestos de trabajo, queremos saber: ¿Cómo nacen las cooperativas del sector tecnológico y qué actividades realizan?
Leandro Monk: Nacen de una decisión política, de no querer trabajar en relación de dependencia, de entender que toda esa gente es absolutamente prescindible. Entiendo que los capitalistas son prescindibles en todos los contextos, en el de tecnología aún más, porque la inversión inicial para iniciar una empresa de tecnología como las nuestras es relativamente baja. Entonces los compañeros y compañeras que participamos de las cooperativas de la federación somos personas que no queremos trabajar en las típicas empresas multinacionales, que queremos que nuestro trabajo tenga otro impacto social, que no nos digan qué tenemos que hacer, que podamos gestionar nosotros la empresa, que podamos decidir cuál proyecto sí y cuál no, elegir de qué manera tratar los datos, de qué manera no, cosas que en otros espacios no se pueden hacer. En cuanto a las actividades, la mayoría de las cooperativas se dedican al desarrollo de software, utilizando casi todas las tecnologías disponibles. Algunas cooperativas tienen otros rubros como telecomunicaciones, robótica, internet de las cosas o servicios educativos.
Históricamente se diferenció entre el sector privado y el estatal o público, pero con el paso del tiempo aparecieron distintas organizaciones que no terminan de encajar en uno u en otro. La bibliografía suele hablar de tercer sector ¿les gusta esa definición?
Leandro Monk: El tercer sector es un espacio más amplio, hay organizaciones no gubernamentales, no todas son productivas. Para mí es economía social, donde el lucro no sea el objetivo. Donde el capital sea una herramienta para solucionar un problema y no un fin en sí mismo. El Credicoop tiene un concepto que es la “rentabilidad mínima necesaria”. Muchos hablan de consensos post pandemia, discutamos cuánto es la rentabilidad máxima de una inversión.
¿Cuál sería el principal problema del sector tecnológico?
Leandro Monk: En el mundo de la tecnología hay trabajo para todes los que trabajamos, el tema es elegir para quién. Está claro que las políticas de incentivo son hoy para la exportación. Yo no quiero hacer dólares. Mi cooperativa trabaja en un noventa por ciento para el mercado local. Nosotros preferimos agregar valor en Argentina, y eso significa para nosotros resignar un veinte por ciento del ingreso. Lo que tiene que haber es un incentivo para no exportar. Nosotros vendemos el software que después la gente compra en el teléfono. Argentina hoy exporta tiempo de personas.
¿Qué relación tiene la FACTTIC con el Estado Nacional y los subnacionales?
Leandro Monk: Con el INAES estamos haciendo un proyecto en conjunto sobre economía de plataformas. Hay un proyecto que se llama CoopCycle que nació en Francia, lo estamos localizando en Argentina para la creación de cooperativas de reparto. La tecnología estatal o pública es otro mundo. Para empezar al Estado le cuesta competir como comprador. Compra mal, carísimo, porque termina cayendo en las constructoras gigantes. Después los sistemas no funcionan, pero cumplen las especificaciones del pliego. Yo entiendo que hay que cambiar el sistema de compra de software estatal y ver cómo se incorporan las pymes y las cooperativas a eso
En esta era, los datos son una importante materia prima a la hora de generar valor. La capacidad de almacenar, manipular y proteger la información se torna indispensable para las empresas y las personas ¿Qué opinión nos puede dar sobre la importancia de la seguridad informática?
Leandro Monk: En cuanto a las empresas no me interesa tanto. La seguridad informática es una herramienta necesaria para conservar la privacidad, el anonimato, los derechos civiles, los derechos humanos, dentro del mundo digital. Necesitamos conservar la internet lo más abierta y libre posible, igualitaria. La vigilancia y la censura son inadmisibles.
Con el avance tecnológico, las computadoras fueron ganado capacidad de procesamiento. Eso hace posible que se analice el comportamiento de millones de usuarios, con el fin de determinar patrones de consumo y segmentar perfiles. Esto se puede utilizar para predecir que series y películas prefiere un usuario, para determinar cómo y cuándo conviene publicitar un producto, o para hacer campaña política, entre muchos otros usos. A este proceso de análisis de grandes cantidades de datos se lo suele llamar big data o macrodatos. El caso de uso político más famoso y polémico lo realizó la empresa Cambridge Analytica, que colaboró en distintas campañas (como la de Trump o el Brexit en 2016) utilizando datos de Facebook.
En este sentido: ¿Qué opinión nos puede dar del uso de la big data para fines políticos?
Leandro Monk: Mayormente la manipulación fue privada, son empresas que le vendieron servicios a políticos o espacios políticos. A todos nos preocupa que nos controle el estado, pero nadie nos controla más que las corporaciones. Y el estado no puede regular porque Google ganó el año pasado treinta mil millones de dólares, y su presupuesto debe ser parecido al de Argentina ¿Qué va a regular? Se llama relación de fuerzas. Cuando salió el escándalo de las escuchas en Petrobras Dilma decretó que los datos de Facebook, de los brasileños, debían estar en territorio brasilero. Facebook nunca los llevó, no los va a llevar. El problema general del capitalismo hoy es que el Estado, que era la única herramienta que teníamos para intentar regular, no puede hacerlo. La única solución es el Estado más la sociedad civil, organización. Y eso no lo digo yo, lo dijo un italiano hace cien años. En occidente es Estado más sociedad civil.
Para ello, ¿el software libre cumple un rol importante?
Leandro Monk: Es necesario, pero no suficiente. El software libre es una herramienta apropiable. Pero el paso siguiente es la apropiación. Si no nos apropiamos de la herramienta de nada sirve que sea libre. Facebook, Google, todos usan software libre, te dicen a vos que no lo uses, pero ellos lo usan.
Se denomina inteligencia artificial a la capacidad de una máquina para percibir su entorno y tomar decisiones de forma autónoma. Los usos de la misma son variados, desde jugar juegos de mesa como el Ajedrez o el Go, hasta sugerir dictámenes en el poder judicial ¿Qué opinión nos puede dar sobre el uso cada vez mayor de las inteligencias artificiales?
Leandro Monk: Yo creo que si le decimos inteligencia ya perdimos. El problema no es que haya software que infiera, el problema es que lo dejemos decidir. Es bastante tonta la inteligencia artificial, está llena de problemas, de sesgos. No es inteligente tener sesgos de raza. De inteligencia tiene poco, y nosotros le seguimos diciendo con el nombre del marketing de ellos.
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