Ajedrez Geopolítico: Sanciones y el Futuro del Conflicto en Ucrania
- UBA Centro de Estudios de Política Internacional
- 4 abr
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Actualizado: 4 abr
Las sanciones occidentales contra Rusia, diseñadas para aislar y debilitar al Kremlin, han desencadenado una compleja partida de ajedrez geopolítico, donde la evasión de sanciones y la reconfiguración de alianzas globales juegan un papel crucial. Publicado por primera vez en El Economista el 24/03/2025 Por Lautaro Rubbi, Profesor de RR. II. Director del Observatorio en Defensa y Seguridad Internacional (CEPI - UBA)

Aunque Donald Trump prometió finalizar el principal conflicto durante su primera semana en el Salón Oval, la guerra en Ucrania no solo se sigue librando en el campo de batalla, sino también en el terreno económico y financiero.
Las sanciones occidentales contra Rusia, diseñadas para aislar y debilitar al Kremlin, han desencadenado una compleja partida de ajedrez geopolítico, donde la evasión de sanciones y la reconfiguración de alianzas globales juegan un papel crucial.
Este artículo explora las estrategias de Rusia para eludir las sanciones, analiza la limitada efectividad histórica de estas medidas para lograr cambios políticos profundos y examina las implicaciones a largo plazo para el orden internacional.
Ante el aluvión de restricciones económicas, Rusia ha desplegado un abanico de tácticas para mitigar su impacto:
- Comercio triangulado: Moscú ha reorientado su comercio exterior hacia economías no occidentales, estableciendo nuevas rutas a través de terceros países.
China, India y Turquía han emergido como socios clave, absorbiendo exportaciones rusas y suministrando bienes que antes provenían de Occidente.
Además, países de Asia Central y el Cáucaso han servido como intermediarios para la importación de tecnología occidental sancionada, creando un "comercio triangulado" que, según The Economist, hace que el régimen de sanciones sea más poroso que lo esperado. Un ejemplo de esto es el aumento significativo de las exportaciones de productos electrónicos de Kazajstán a Rusia.
- "Flota fantasma": Para transportar petróleo evitando las restricciones, Rusia ha fomentado una flota de buques tanque de bandera desconocida u operados por empresas pantalla. Estos buques apagan sus transpondedores para ocultar su posición y realizan transferencias barco a barco en altamar para disimular el origen del crudo.
- Criptomonedas y sistemas financieros alternativos: Moscú ha recurrido a las criptomonedas para realizar transacciones internacionales eludiendo el sistema bancario tradicional. Según la firma Chainalysis, en 2024 se vincularon US$ 15.800 millones en transacciones cripto con entidades sancionadas de Rusia e Irán. Además, ha promovido el uso de sistemas de mensajería financiera alternativos al SWIFT, como el SPFS ruso o el CIPS chino. También se ha observado el uso de plataformas regionales de compensación para facilitar los pagos transfronterizos. - Falsificación de documentos: Se ha detectado la falsificación de documentos para ocultar el origen o el destino final de los bienes. - "Rally 'Round the Flag": Una de las reacciones de la población rusa fue el apoyo a Vladimir Putin, aprovechando la propaganda que culpaba a Occidente de los males económicos del país. Estas estrategias de evasión, si bien no eliminan por completo el impacto de las sanciones, sí lo diluyen significativamente, ya que le permiten a Rusia mantener un flujo de ingresos por exportaciones, acceder a bienes y tecnología esenciales (aunque a un costo mayor) y, en cierta medida, amortiguar el golpe económico. Sin embargo, es crucial destacar que la efectividad de estas tácticas es limitada y las sanciones han tenido un impacto significativo en la economía rusa, particularmente en términos de acceso a tecnología y mercados financiero. ¿Hasta qué punto las sanciones económicas son efectivas para lograr objetivos políticos ambiciosos, como detener una guerra o forzar un cambio de régimen? La evidencia histórica sugiere que su éxito es limitado para lograr cambios políticos profundos, pero pueden ser efectivas para objetivos más acotados. Como señalan diversos estudios, las sanciones funcionan mejor para objetivos acotados (por ejemplo, liberar presos políticos o iniciar negociaciones), pero raramente logran cambios políticos de gran calado. Un estudio clásico de Hufbauer, Schott y Elliott encontró que solo en un tercio de los casos las sanciones cumplieron parcialmente su objetivo, y con mayor frecuencia cuando ese objetivo era limitado. Los regímenes de todo tipo suelen ser resilientes a las sanciones. Las élites gobernantes, ante la amenaza de perder el poder, a menudo prefieren resistir y reprimir la disidencia interna antes que ceder a las demandas externas.
Además, las sanciones pueden generar un efecto de "rally 'round the flag", donde la población, frente a la agresión externa percibida, cierra filas con su gobierno. Casos como Cuba, Corea del Norte e Irak bajo Sadam Husein demuestran que las sanciones prolongadas pueden empobrecer a la población sin lograr un cambio político.
Incluso el caso de Irán, a menudo citado como un éxito relativo (por el acuerdo nuclear de 2015), muestra la fragilidad de estos logros, ya que Irán reanudó muchas de sus actividades nucleares tras la reimposición de sanciones por parte de Estados Unidos.
En el contexto de Rusia y la guerra en Ucrania, es poco probable que las sanciones, por sí solas, provoquen un cambio de régimen o una retirada militar inmediata.
Sin embargo, sí habrían erosionado la capacidad de Rusia para sostener el esfuerzo bélico a largo plazo, privándola de ingresos, tecnología y componentes cruciales.
En última instancia, la efectividad de las sanciones dependerá de varios factores: la unidad de la coalición sancionadora, la vulnerabilidad económica del país sancionado, la existencia de aliados que provean ayuda compensatoria, y la disposición a ofrecer una salida negociada.
Sin embargo, el reciente cambio de retórica de Donald Trump instando al avance de las negociaciones directas con Rusia y una reconsideración de las sanciones introduce un factor de incertidumbre en la coalición sancionadora.
La guerra económica contra Rusia es un experimento a gran escala, con implicaciones que van más allá del conflicto actual.
Está poniendo a prueba los límites de las sanciones como herramienta de política exterior en un mundo cada vez más multipolar y fragmentado. Las lecciones aprendidas en este caso moldearán el futuro del orden internacional y la forma en que las potencias globales gestionan los conflictos en el siglo XXI.
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